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Los trabajos de Persiles y Segismunda - Descarga Ebooks

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<strong>Los</strong> <strong>trabajos</strong> <strong>de</strong> <strong>Persiles</strong> y <strong>Segismunda</strong>Capí tulo Diez y SeisEn esto, el patrón <strong>de</strong>l hospedaje dijo:-No sé si diga que me pesa <strong>de</strong> la bonanza que prometen en el mar las señales <strong>de</strong>l cielo: el solse pone claro y limpio, cerca ni lejos no se <strong>de</strong>scubre celaje alguno, las olas hieren la tierra blanday suavemente, y las aves salen al mar a espaciarse; que todos estos son indicios <strong>de</strong> serenidadfirme y dura<strong>de</strong>ra, cosa que ha <strong>de</strong> obligar a que me <strong>de</strong>jen solo tan honrados huéspe<strong>de</strong>s como lafortuna a mi hospedaje ha traído.-Así será -dijo Mauricio-, que, puesto que vuestra noble compañía se ha <strong>de</strong> tener poragradable y cara, el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> volver a nuestras patrias no consiente que mucho tiempo lagocemos. De mí sé <strong>de</strong>cir que esta noche a la primera guarda me pienso hacer a la vela, si con miparecer viene el <strong>de</strong> mi piloto y el <strong>de</strong> estos señores soldados que en el navío vienen.A lo que añadió Arnaldo:-Siempre la pérdida <strong>de</strong>l tiempo no se pue<strong>de</strong> cobrar, y la que se pier<strong>de</strong> en la navegación esirremediable.En efeto, entre todos los que en el puerto estaban, quedó <strong>de</strong> acuerdo que en aquella nochefuesen <strong>de</strong> partida la vuelta <strong>de</strong> Inglaterra, a quien todos iban encaminados.Levantóse Arnaldo <strong>de</strong> la mesa, y, asiendo <strong>de</strong> la mano a Periandro, le sacó fuera <strong>de</strong>lhospedaje, don<strong>de</strong> a solas y sin ser oído <strong>de</strong> nadie, le dijo:-No es posible, Periandro amigo, sino que tu hermana Auristela te habrá dicho la voluntadque, en dos años que estuvo en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l rey mi padre, le mostré: tan ajustada con sus honestos<strong>de</strong>seos, que jamás me salieron palabras a la boca que pudiesen turbar sus castos intentos. Nuncaquise saber más <strong>de</strong> su hacienda <strong>de</strong> aquello que ella quiso <strong>de</strong>cirme, pintándola en miimaginación, no como persona ordinaria y <strong>de</strong> bajo estado, sino como a reina <strong>de</strong> todo el mundo,porque su honestidad, su gravedad, su discreción tan en estremo estremada no me daba lugar aque otra cosa pensase. Mil veces me le ofrecí por su esposo, y esto con voluntad <strong>de</strong> mi padre, yaun me parecía que era corto mi ofrecimiento. Respondióme siempre que hasta verse en laciudad <strong>de</strong> Roma, adon<strong>de</strong> iba a cumplir un voto, no podía disponer <strong>de</strong> su persona. Jamás mequiso <strong>de</strong>cir su calidad ni la <strong>de</strong> sus padres, ni yo, como ya he dicho, le importuné me la dijese,pues ella sola, por sí misma, sin que traiga <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> otra alguna nobleza, merece, nosolamente la corona <strong>de</strong> Dinamarca, sino <strong>de</strong> toda la monarquía <strong>de</strong> la tierra. Todo esto te he dicho,Periandro, para que, como varón <strong>de</strong> discurso y entendimiento, consi<strong>de</strong>res que no es muy baja laventura que está llamando a las puertas <strong>de</strong> tu comodidad y la <strong>de</strong> tu hermana, a quien <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquíme ofrezco por su esposo, y prometo <strong>de</strong> cumplir este ofrecimiento cuando ella quisiere yadon<strong>de</strong> quisiere: aquí, <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>stos pobres techos, o en los dorados <strong>de</strong> la famosa Roma. Yasimismo te ofrezco <strong>de</strong> contenerme en los límites <strong>de</strong> la honestidad y buen <strong>de</strong>coro, si bien viese57© RinconCastellano 1997 – 2011 • www.rinconcastellano.com

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