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Los trabajos de Persiles y Segismunda - Descarga Ebooks

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<strong>Los</strong> <strong>trabajos</strong> <strong>de</strong> <strong>Persiles</strong> y <strong>Segismunda</strong>»Fue el segundo certamen el <strong>de</strong> la esgrima: tomó el ganancioso la espada negra, con la cual,a seis que le salieron, cada uno <strong>de</strong> por sí, les cerró las bocas, mosqueó las narices, les selló losojos y les santiguó las cabezas, sin que a él le tocasen, como <strong>de</strong>cirse suele, un pelo <strong>de</strong> la ropa.Alzó la voz el pueblo, y <strong>de</strong> común consentimiento le dieron el premio primero. Luego seacomodaron otros seis a la lucha, don<strong>de</strong> con mayor gallardía dio <strong>de</strong> sí muestra el mozo;<strong>de</strong>scubrió sus dilatadas espaldas, sus anchos y fortísimos pechos, y los nervios y músculos <strong>de</strong> susfuertes brazos, con los cuales, y con <strong>de</strong>streza y maña increíble, hizo que las espaldas <strong>de</strong> los seisluchadores, a <strong>de</strong>specho y pesar suyo, quedasen impresas en la tierra.»Asió luego <strong>de</strong> una pesada barra que estaba hincada en el suelo, porque le dijeron que era eltirarla el cuarto certamen; sompesóla, y, haciendo <strong>de</strong> señas a la gente que estaba <strong>de</strong>lante paraque le diesen lugar don<strong>de</strong> el tiro cupiese, tomando la barra por la una punta, sin volver el brazoatrás, la impelió con tanta fuerza que, pasando los límites <strong>de</strong> la marina, fue menester que el marse los diese, en el cual bien a<strong>de</strong>ntro quedó sepultada la barra. Esta mostruosidad, notada <strong>de</strong> suscontrarios, les <strong>de</strong>smayó los bríos, y no osaron probarse en la contienda.»Pusiéronle luego la ballesta en las manos y algunas flechas, y mostráronle un árbol muy altoy muy liso, al cabo <strong>de</strong>l cual estaba hincada una media lanza, y en ella, <strong>de</strong> un hilo, estaba asidauna paloma, a la cual habían <strong>de</strong> tirar no más <strong>de</strong> un tiro los que en aquel certamen quisiesenprobarse. Uno que presumía <strong>de</strong> certero se a<strong>de</strong>lantó y tomó la mano -creo yo-, pensando<strong>de</strong>rribar la paloma antes que otro; tiró, y clavó su flecha casi en el fin <strong>de</strong> la lanza, <strong>de</strong>l cual golpeazorada la paloma se levantó en el aire; y luego otro, no menos presumido que el primero, tirócon tan gentil certería que rompió el hilo don<strong>de</strong> estaba asida la paloma, que, suelta y libre <strong>de</strong>llazo que la <strong>de</strong>tenía, entregó su libertad al viento y batió las alas con priesa. Pero el yaacostumbrado a ganar los primeros premios disparó su flecha, y, como si mandara lo que había<strong>de</strong> hacer y ella tuviera entendimiento para obe<strong>de</strong>cerle, así lo hizo, pues, dividiendo el aire con unrasgado y tendido silbo, llegó a la paloma y le pasó el corazón <strong>de</strong> parte a parte, quitándole a unmismo punto el vuelo y la vida. Renováronse con esto las voces <strong>de</strong> los presentes y las alabanzas<strong>de</strong>l estranjero, el cual en la carrera, en la esgrima, en la lucha, en la barra y en el tirar <strong>de</strong> laballesta, y entre otras muchas pruebas que no cuento, con grandísimas ventajas se llevó losprimeros premios, quitando el trabajo a sus compañeros <strong>de</strong> probarse en ellas.80»Cuando se acabaron los juegos, sería el crepúsculo <strong>de</strong> la noche; y, cuando el rey Policarpoquería levantarse <strong>de</strong> su asiento con los jueces que con él estaban para premiar al vencedormancebo, vio que, puesto <strong>de</strong> rodillas ante él, le dijo: ``Nuestra nave quedó sola y <strong>de</strong>samparada,la noche cierra algo escura, los premios que puedo esperar, que por ser <strong>de</strong> tu mano se <strong>de</strong>benestimar en lo posible, quiero, ¡oh gran señor!, que los dilates hasta otro tiempo, que con másespacio y comodidad pienso volver a servirte''. Abrazóle el rey, preguntóle su nombre, y dijo quese llamaba Periandro. Quitóse en esto la bella Sinforosa una guirnalda <strong>de</strong> flores con queadornaba su hermosísima cabeza, y la puso sobre la <strong>de</strong>l gallardo mancebo, y con honesta graciale dijo al ponérsela: ``Cuando mi padre sea tan venturoso <strong>de</strong> que volváis a verle, veréis cómo novendréis a servirle, sino a ser servido''.»© RinconCastellano 1997 – 2011 • www.rinconcastellano.com

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