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Los trabajos de Persiles y Segismunda - Descarga Ebooks

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<strong>Los</strong> <strong>trabajos</strong> <strong>de</strong> <strong>Persiles</strong> y <strong>Segismunda</strong>-¿Por ventura, señor -replicó Antonio-, este lugar no se llama el Quintanar <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n, y enél no viven un apellido <strong>de</strong> unos hidalgos que se llaman Villaseñores? Dígolo, porque he conocidoyo un tal Villaseñor, bien lejos <strong>de</strong>sta tierra, que si él estuviera en ésta, no nos faltara posada a míni a mis camaradas.-¿Y cómo se llamaba, hijo -dijo su madre-, ese Villaseñor que <strong>de</strong>cís?-Llamábase Antonio -replicó Antonio-, y su padre, según me acuerdo, me dijo se llamabaDiego <strong>de</strong> Villaseñor.-¡Ay, señor -dijo la madre, levantándose <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estaba-, que ese Antonio es mi hijo, quepor cierta <strong>de</strong>sgracia ha al pie <strong>de</strong> diez y seis años que falta <strong>de</strong>sta tierra! Comprado le tengo alágrimas, pesado a suspiros y granjeado con oraciones. ¡Plegue a Dios que mis ojos le vean antesque <strong>de</strong>scubra la noche <strong>de</strong> la eterna sombra! Decidme -dijo-: ¿Ha mucho que le vistes? ¿Hamucho que le <strong>de</strong>jastes? ¿Tiene salud? ¿Piensa volver a su patria? ¿Acuérdase <strong>de</strong> sus padres, aquien podrá venir a ver, pues no hay enemigos que se lo impidan, que ya no son sino amigos losque le hicieron <strong>de</strong>sterrar <strong>de</strong> su tierra?Todas estas razones escuchaba el anciano padre <strong>de</strong> Antonio, y, llamando a gran<strong>de</strong>s voces asus criados, les mandó encen<strong>de</strong>r luces y que metiesen <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> casa a aquellos honradosperegrinos; y, llegándose a su no conocido hijo, le abrazó estrechamente, diciéndole:-Por vos sólo, señor, sin que otras nuevas os hiciesen el aposento, os le diera yo en mi casa,llevado <strong>de</strong> la costumbre que tengo <strong>de</strong> agasajar en ella a todos cuantos peregrinos por aquípasan; pero agora, con las regocijadas nuevas que me habéis dado, ensancharé la voluntad, ysobrepujarán los servicios que os hiciere a mis mismas fuerzas.En esto, ya los sirvientes habían encendido luces, y, guiando los peregrinos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la casa,y en mitad <strong>de</strong> un gran patio que tenía, salieron dos hermosas y honestas doncellas, hermanas <strong>de</strong>Antonio, que habían nacido <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su ausencia, las cuales, viendo la hermosura <strong>de</strong> Auristelay la gallardía <strong>de</strong> Constanza, su sobrina, con el buen parecer <strong>de</strong> Ricla, su cuñada, no se hartaban<strong>de</strong> besarlas y <strong>de</strong> ben<strong>de</strong>cirlas; y, cuando esperaban que sus padres entrasen <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> casa con elnuevo huésped, vieron entrar con ellos un confuso montón <strong>de</strong> gente, que traían en hombros,sobre una silla sentado, un hombre como muerto, que luego supieron ser el con<strong>de</strong> que habíaheredado al enemigo que solía ser <strong>de</strong> su tío.El alboroto <strong>de</strong> la gente, la confusión <strong>de</strong> sus padres, el cuidado <strong>de</strong> recebir los nuevoshuéspe<strong>de</strong>s, las turbó <strong>de</strong> manera que no sabían a quién acudir ni a quién preguntar la causa <strong>de</strong>aquel alboroto. <strong>Los</strong> padres <strong>de</strong> Antonio acudieron al con<strong>de</strong>, herido <strong>de</strong> una bala por las espaldas,que en una revuelta que dos compañías <strong>de</strong> soldados, que estaban en el pueblo alojadas, habíantenido con los <strong>de</strong>l lugar, y le habían pasado por las espaldas el pecho; el cual, viéndose herido,mandó a sus criados que le trujesen en casa <strong>de</strong> Diego <strong>de</strong> Villaseñor, su amigo, y el traerle fue atiempo que comenzaba a hospedar a su hijo, a su nuera y a sus dos nietos, y a Periandro y aAuristela, la cual, asiendo <strong>de</strong> las manos a las hermanas <strong>de</strong> Antonio, les pidió que la quitasen <strong>de</strong>203© RinconCastellano 1997 – 2011 • www.rinconcastellano.com

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