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Los trabajos de Persiles y Segismunda - Descarga Ebooks

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<strong>Los</strong> <strong>trabajos</strong> <strong>de</strong> <strong>Persiles</strong> y <strong>Segismunda</strong>Capí tulo Octavo.Don<strong>de</strong> Rutilio da cuenta <strong>de</strong> su vida-«Mi nombre es Rutilio; mi patria, Sena, una <strong>de</strong> las más famosas ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Italia; mi oficio,maestro <strong>de</strong> danzar, único en él, y venturoso si yo quisiera. Había en Sena un caballero rico, aquien el cielo dio una hija más hermosa que discreta, a la cual trató <strong>de</strong> casar su padre con uncaballero florentín; y, por entregársela adornada <strong>de</strong> gracias adquiridas, ya que las <strong>de</strong>lentendimiento le faltaban, quiso que yo la enseñase a danzar; que la gentileza, gallardía ydisposición <strong>de</strong>l cuerpo en los bailes honestos más que en otros pasos se señalan, y a las damasprincipales les está muy bien saberlos, para las ocasiones forzosas que les pue<strong>de</strong>n suce<strong>de</strong>r. Entréa enseñarla los movimientos <strong>de</strong>l cuerpo, pero movíla los <strong>de</strong>l alma, pues, como no discreta, comohe dicho, rindió la suya a la mía, y la suerte, que <strong>de</strong> corriente larga traía encaminadas mis<strong>de</strong>sgracias, hizo que, para que los dos nos gozásemos, yo la sacase <strong>de</strong> en casa <strong>de</strong> su padre y lallevase a Roma. Pero, como el amor no da baratos sus gustos, y los <strong>de</strong>litos llevan a las espaldas elcastigo (pues siempre se teme), en el camino nos prendieron a los dos, por la diligencia que supadre puso en buscarnos. Su confesión y la mía, que fue <strong>de</strong>cir que yo llevaba a mi esposa y ellase iba con su marido, no fue bastante para no agravar mi culpa: tanto, que obligó al juez, movióy convenció a sentenciarme a muerte. Apartáronme en la prisión con los ya con<strong>de</strong>nados a ellapor otros <strong>de</strong>litos no tan honrados como el mío. Visitóme en el calabozo una mujer, que <strong>de</strong>cíanestaba presa por fatucherie, que en castellano se llaman hechiceras, que la alcai<strong>de</strong>sa <strong>de</strong> la cárcelhabía hecho soltar <strong>de</strong> las prisiones y llevádola a su aposento, a título <strong>de</strong> que con yerbas ypalabras había <strong>de</strong> curar a una hija suya <strong>de</strong> una enfermedad que los médicos no acertaban acurarla.»Finalmente, por abreviar mi historia, pues no hay razonamiento que, aunque sea bueno,siendo largo lo parezca, viéndome yo atado, y con el cor<strong>de</strong>l a la garganta, sentenciado al suplicio,sin or<strong>de</strong>n ni esperanza <strong>de</strong> remedio, di el sí a lo que la hechicera me pidió, <strong>de</strong> ser su marido, si mesacaba <strong>de</strong> aquel trabajo. Díjome que no tuviese pena, que aquella misma noche <strong>de</strong>l día quesucedió esta plática, ella rompería las ca<strong>de</strong>nas y los cepos, y, a pesar <strong>de</strong> otro cualquierimpedimento, me pondría en libertad, y en parte don<strong>de</strong> no me pudiesen ofen<strong>de</strong>r mis enemigos,aunque fuesen muchos y po<strong>de</strong>rosos. Túvela, no por hechicera, sino por ángel que enviaba elcielo para mi remedio. Esperé la noche, y en la mitad <strong>de</strong> su silencio llegó a mí, y me dijo queasiese <strong>de</strong> la punta <strong>de</strong> una caña que me puso en la mano, diciéndome la siguiese. Turbéme algúntanto; pero como el interés era tan gran<strong>de</strong>, moví los pies para seguirla, y hallélos sin grillos y sinca<strong>de</strong>nas, y las puertas <strong>de</strong> toda la prisión <strong>de</strong> par en par abiertas, y los prisioneros y guardas enprofundísimo sueño sepultados.34»En saliendo a la calle, tendió en el suelo mi guiadora un manto, y, mandándome quepusiese los pies en él, me dijo que tuviese buen ánimo, que por entonces <strong>de</strong>jase mis <strong>de</strong>vociones.Luego vi mala señal, luego conocí que quería llevarme por los aires, y aunque, como cristianobien enseñado, tenía por burla todas estas hechicerías -como es razón que se tengan-, todavía el© RinconCastellano 1997 – 2011 • www.rinconcastellano.com

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