AMNISTÍA INTERNACIONAL
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DEFENSORES Y DEFENSORAS DE LOS<br />
DERECHOS HUMANOS<br />
Los defensores y defensoras de los derechos<br />
humanos fueron juzgados, encarcelados,<br />
hostigados y sometidos a violencia física por<br />
su trabajo pacífico. La destacada abogada de<br />
derechos humanos Sirikan Charoensiri fue<br />
acusada de varios delitos por el desempeño<br />
de su profesión, entre ellos el de sedición, y<br />
se enfrentaba a hasta 15 años de prisión.<br />
Diversas empresas privadas presentaron<br />
causas judiciales o demandas contra<br />
activistas en favor de los derechos<br />
económicos, sociales y culturales, a menudo<br />
por presunta difamación o por violaciones de<br />
la Ley de Delitos Informáticos. Una empresa<br />
minera aurífera había emprendido acciones<br />
judiciales tanto civiles como penales contra al<br />
menos 33 personas que se oponían a sus<br />
actividades. Andy Hall, activista en favor de<br />
los derechos de la población migrante, fue<br />
condenado en septiembre por su<br />
participación en un informe sobre las<br />
violaciones de derechos laborales cometidas<br />
por una empresa frutícola. 7<br />
Quienes defendían los derechos humanos,<br />
sobre todo si trabajaban en cuestiones<br />
relacionadas con la tierra o en organizaciones<br />
comunitarias, eran víctimas de<br />
hostigamiento, amenazas y violencia física.<br />
En abril, unos agresores no identificados<br />
dispararon e hirieron a Supoj Kansong,<br />
activista por el derecho a la tierra de la<br />
comunidad Khlong Sai Pattana (sur de<br />
Tailandia). Ya habían muerto violentamente<br />
cuatro activistas de esa comunidad, pero al<br />
concluir el año nadie había rendido cuentas<br />
por sus muertes. 8 En octubre, la Unidad de<br />
Investigaciones Especiales comunicó a la<br />
familia del abogado de derechos humanos<br />
Somchai Neelapaijit que iba a cerrar, por<br />
falta de pruebas, la investigación sobre su<br />
desaparición forzada, ocurrida en 2004.<br />
CONFLICTOS ARMADOS<br />
El gobierno avanzó poco en las<br />
negociaciones para resolver el conflicto con<br />
los separatistas de etnia malaya del sur de<br />
Tailandia que se perpetuaba desde hacía<br />
decenios. Los insurgentes perpetraron<br />
numerosos ataques contra objetivos militares<br />
y civiles de la región, y ambas partes en el<br />
conflicto fueron acusadas de abusos graves<br />
contra los derechos humanos. Grupos<br />
insurgentes atentaron con bombas contra la<br />
población civil, y en marzo atacaron un<br />
hospital de la provincia de Narathiwat.<br />
TORTURA Y OTROS MALOS TRATOS<br />
Continuaron las torturas, a manos de<br />
militares, de personas sospechosas de estar<br />
vinculadas a los insurgentes del sur o<br />
detenidas por motivos políticos y de<br />
seguridad en cualquier parte del país. Esta<br />
práctica era facilitada por las leyes y órdenes<br />
que permitían a los soldados recluir a<br />
personas en centros de detención no<br />
oficiales durante hasta siete días y sin<br />
supervisión judicial. 9 Según informes, dos<br />
reclutas murieron a causa de presuntas<br />
torturas en campamentos militares. También<br />
se recibieron noticias sobre torturas y otros<br />
malos tratos perpetrados por las fuerzas de<br />
seguridad durante operaciones ordinarias de<br />
mantenimiento del orden. Asimismo, agentes<br />
de policía y soldados cometieron violaciones<br />
de derechos humanos contra personas de<br />
comunidades vulnerables —entre ellas<br />
trabajadores migrantes, minorías étnicas y<br />
presuntos consumidores de drogas— en<br />
comisarías de policía, controles de carretera<br />
y centros de detención no oficiales.<br />
Tailandia estudió nuevas leyes que<br />
penalizarían la tortura y las desapariciones<br />
forzadas.<br />
PERSONAS REFUGIADAS Y<br />
SOLICITANTES DE ASILO<br />
El sistema jurídico no reconocía formalmente<br />
a las personas refugiadas y solicitantes de<br />
asilo, por lo que muchas de ellas quedaban<br />
expuestas a abusos. Las personas que<br />
solicitaban asilo, incluidos niños y niñas, se<br />
enfrentaban a meses o años de detención<br />
indefinida en masificados centros de<br />
detención para inmigrantes. Decenas de<br />
rohingyas permanecían en estos centros<br />
desde su llegada en barco al país durante la<br />
crisis regional de migración de 2015. Las<br />
428 Informe 2016/17 Amnistía Internacional