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REVISTA PESCA ENERO 2018

La revista Pesca es un medio de información alternativo referido a temas del mar y de la pesquería. Proporciona información e ideas obtenidas de diversas fuentes, que exponen la temática de la pesca en el Perú y el mundo, con el objeto de contribuir a la formación de opinión propia en base a la lectura de las notas publicadas. Siendo la pesca una actividad poco difundida y poco conocida por el ciudadano común, pretende contribuir a la generación de mayor conocimiento individual derivada del análisis de los artículos. Se publica en forma mensual, en formato digital y su descarga es gratuita para quien desee conocer el sector pesquero y mantenerse informado sobre su temática.

La revista Pesca es un medio de información alternativo referido a temas del mar y de la pesquería. Proporciona información e ideas obtenidas de diversas fuentes, que exponen la temática de la pesca en el Perú y el mundo, con el objeto de contribuir a la formación de opinión propia en base a la lectura de las notas publicadas.

Siendo la pesca una actividad poco difundida y poco conocida por el ciudadano común, pretende contribuir a la generación de mayor conocimiento individual derivada del análisis de los artículos. Se publica en forma mensual, en formato digital y su descarga es gratuita para quien desee conocer el sector pesquero y mantenerse informado sobre su temática.

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LA DEUDA DEL ESTADO PERUANO<br />

CON LAS POBLACIONES<br />

ORIGINARIAS<br />

Las poblaciones indígenas del Perú esperan que el Estado<br />

cumpla con el deber de restituirles como mínimo su<br />

derecho al acceso a una alimentación y vivienda apropiada.<br />

Esto implica la creación y sostenibilidad de programas<br />

sociales para atender estas demandas. Sin embargo, algunos<br />

critican y se oponen al gasto en asuntos sociales<br />

porque económicamente no es rentable, no se ve el retorno<br />

de la inversión. Otros aducen que el Estado no tiene<br />

responsabilidad en atender a estas demandas y algunos<br />

más piensan que el Estado no debe aplicar políticas<br />

paternalistas porque genera la mala costumbre en la<br />

población de esperar recibir todo del Estado.<br />

Sin embargo, quienes así piensan olvidan o desconocen<br />

que el origen de la existencia de poblaciones rurales dispersas<br />

a grandes alturas del territorio peruano que sufren<br />

no solo hambre, sino las inclemencias del tiempo,<br />

fue responsabilidad del Estado.<br />

Deberían recordar, o saber que el Estado provocó la dispersión<br />

y la pobreza de esas poblaciones. Es el Estado<br />

colonial y posteriormente el republicano el responsable y<br />

por tanto tiene la obligación de reparar el daño. No es<br />

caridad ni paternalismo o asistencialismo, sino una justa<br />

aunque tardía retribución.<br />

Eduardo Galeano en “Las venas abiertas de América Latina”<br />

nos dice:<br />

“Cuando los españoles irrumpieron en América, estaba en su<br />

apogeo el imperio teocrático de los incas, que extendía su poder<br />

sobre lo que hoy llamamos Perú, Bolivia y Ecuador, abarcaba<br />

parte de Colombia y de Chile y llegaba hasta el norte<br />

argentino y la selva brasileña. Estas sociedades han dejado<br />

numerosos testimonios de su grandeza, a pesar de todo el<br />

largo tiempo de la devastación: monumentos religiosos que<br />

nada envidian a las pirámides egipcias; eficaces creaciones<br />

técnicas para pelear contra las sequías; objetos de arte que<br />

delatan un invicto talento. En el museo de Lima pueden verse<br />

centenares de cráneos que fueron objeto de trepanaciones y<br />

curaciones con placas de oro y plata por parte de los cirujanos<br />

incas.<br />

La conquista rompió las bases de aquellas civilizaciones. Peores<br />

consecuencias que la sangre y el fuego de la guerra tuvo<br />

la implantación de una economía minera. Las minas exigían<br />

grandes desplazamientos de población y desarticulaban<br />

las unidades agrícolas comunitarias; no sólo extinguían<br />

vidas innumerables a través del trabajo forzado, sino<br />

que además, indirectamente, abatían el sistema colectivo de<br />

cultivos. Los indios eran conducidos a los socavones,<br />

sometidos a la servidumbre de los encomenderos y<br />

obligados a entregar por nada las tierras que obligatoriamente<br />

dejaban o descuidaban. En la costa del Pacífico<br />

los españoles destruyeron o dejaron extinguir los enormes<br />

cultivos de maíz, yuca, frijoles, pallares, maní, papa dulce; el<br />

desierto devoró rápidamente grandes extensiones de tierra<br />

que habían recibido vida de la red incaica de irrigación. Cuatro<br />

siglos y medio después de la conquista sólo quedan rocas y<br />

matorrales en el lugar de la mayoría de los caminos que unían<br />

el imperio. Aunque las gigantescas obras públicas de los incas<br />

fueron, en su mayor parte, borradas por el tiempo o por la<br />

mano de los usurpadores, restan aún, dibujadas en la cordillera<br />

de los Andes, las interminables terrazas que permitían y<br />

todavía permiten cultivar las laderas de las montañas.<br />

En 1802, otro cacique descendiente de los incas, Astorpilco,<br />

recibió la visita de Humboldt. Fue en Cajamarca, en el exacto<br />

sitio donde su antepasado, Atahualpa, había visto por primera<br />

vez al conquistador Pizarro. El hijo del cacique acompañó al<br />

sabio alemán a recorrer las ruinas del pueblo y los escombros<br />

del antiguo palacio incaico, y mientras caminaban le hablaba<br />

de los fabulosos tesoros escondidos bajo el polvo y las cenizas.<br />

«¿No sentís a veces el antojo de cavar en busca de los tesoros<br />

para satisfacer vuestras necesidades?», le preguntó Humboldt.<br />

Y el joven contestó: «Tal antojo no nos viene. Mi padre dice<br />

que sería pecaminoso. Si tuviéramos las ramas doradas<br />

con todos los frutos de oro, los vecinos blancos nos<br />

odiarían y nos harían daño». El cacique cultivaba un<br />

pequeño campo de trigo. Pero eso no bastaba para ponerse<br />

a salvo de la codicia ajena. Los usurpadores, ávidos<br />

de oro y plata y también de brazos esclavos para<br />

Revista Pesca Enero <strong>2018</strong> 65

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