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Estancias Jesuíticas
Entre 1599, año en que llegaron los Jesuitas a Córdoba, y 1767,
cuando el rey Carlos III de España ordenara la expulsión de la
orden, la Compañía de Jesús instituyó un sistema sociocultural
en la América hispana que determinó el devenir de la
provincia.
Las Estancias Jesuíticas constituyen un patrimonio arquitectónico
primordial entre los atractivos turísticos de Córdoba. De
esta manera, el “Camino de las Estancias Jesuíticas” conforma
un itinerario cultural único para descubrir la relevancia de
estos lugares históricos, combinados con paisajes, tradiciones
y costumbres que expresan la identidad cordobesa.
Por sus valores culturales cinco Estancias Jesuíticas fueron
declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el
año 2000:
•Estancia Caroya, a unos 50 kilómetros de la ciudad de Córdoba,
es el primer establecimiento rural fundado por la Compañía de
Jesús en 1616.
•Estancia Jesús María, erigida en 1618 y destinada a la producción
vitivinícola, actualmente funciona allí el Museo Jesuítico
Nacional.
•Estancia Santa Catalina, cuyos inicios datan de 1622, se encuentra
camino a Ascochinga. Constituye el conjunto arquitectónico
más importante realizado por la Compañía de Jesús fuera
de la ciudad de Córdoba.
•Estancia Alta Gracia, a tan solo 38 kilómetros de la capital de la
provincia, es una parada obligatoria para conocer el legado
jesuita. Edi!cada en 1643, la visita propone un viaje al pasado.
•Estancia La Candelaria se halla en el departamento de Cruz del
Eje, al norte de las Sierras Grandes en una planicie de altura
ondulada llamada “Pampa de San Luis”. Comenzó a funcionar
como establecimiento rural ganadero a partir de 1683.
Además, en 1599 la Compañía de Jesús se estableció en la
ciudad de Córdoba, en el espacio hoy denominado Manzana
Jesuítica. Allí se construyeron la principal Iglesia de la Compañía,
el Colegio Máximo y el Convictorio, comenzando el
desarrollo de la labor espiritual y, especialmente, educativa,
que dio lugar a la creación de la Universidad Nacional de
Córdoba y al Colegio Nacional de Monserrat.
En 1740 una nueva bodega
fue construida por los
jesuitas en la Estancia
Santa Catalina. Allí nació
el “Lagrimilla de oro” que,
según documentos hallados,
fue servido en la mesa
del rey.
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