Central 90
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PSICO
posterior decadencia progresiva, hasta
estallar en las puertas del siglo 21.
A partir de allí, la soberbia mutó a
progresiva decepción, a un despertar a
una realidad que supimos construir
despacio a lo largo de muchas décadas,
donde el destino de Argentina se estaba
de!niendo. Perdimos nuestra carrera
contra Canadá, Australia, Brasil, y así
sucesivamente cayendo progresivamente
en los rankings de desarrollo.
Hoy el argentino ha cambiado la soberbia
por la ira, su marca de identidad
nacional es ser un ciudadano iracundo,
lleno de derechos que nadie le garantiza
y que los hace valer a su manera y con
mínimo de responsabilidades ciudadanas
porque al !n… es argentino.
Esta ira, se ha convertido en el maltrato
cotidiano de cada día, en la calle, los
negocios, los boliches, teniendo una
tensión constante y un estar a la defensiva
continuo. En el trá!co esto es patente.
Ahora en Argentina, ser agresivo,
estar lleno de ira dispuesto a hacer
justicia a los golpes e insultos es una
forma de identidad. En Madrid, un grupo
de argentinos tiempo atrás, enojados
por un retraso hicieron un piquete en
¡Barajas!!!, por supuesto, cuando la
policía llegó, los sacaron a los empujones
y aprendieron rápidamente que el
ser nacional se practica solo en casa,
afuera no es conveniente.
Soberbia, decepción, ira. Es el largo
caminar de los argentinos en los últimos
años, han logrado generar una sociedad
que harta de sentir que no maneja nada
y a la que se la estafa cada cuatro años,
solo puede ejercer una violencia que no
va dedicada a los grandes ganadores de
estos tiempos, sino a morderse entre sí.
Ya no hay orgullo, Argentina no es el
campeón del mundo, Messi es un genio,
pero no es Maradona. Gardel de!nitivamente
se murió y no canta cada día
mejor, más bien que la gola se le está
quedando ronca de tanto gritar “que se
vayan todos”.
Neuro-psico-hormonalmente, este cambio
trae y seguirá trayendo carga de
adrenalina, noradrenalina y cortisol en
niveles que generan sus consecuencias
en el corto y mediano plazo. La tasa de
problemas mentales y físicos se irá
incrementando en relación a una sociedad
que se ha vuelto temible. Súmele
a eso la delincuencia y la grieta. Y…
Bingo! Tenemos todos los ingredientes
para que haya un 50% de argentinos que
según encuestas recientes, querrían irse
del país. Esto no es nuevo, pero las razones,
lo son. Ya no es solo las oportunidades
de trabajo, duras en cualquier
lado, sino el hartazgo de una ciudadanía
cansada de los vaivenes de un colectivo
político incapaz y corrupto, merced al
cual, cambalache es cada vez el verdadero
himno del país. Nuestro himno habla
de dignidad, valentía y sueños, y ya nada
se ve de esto en estos tiempos aquí en
estas tierras cambalacheras.
Y dime lo que ves, será lo que hago. Este
es un país violento, pero de violencia
institucional, que luego deja su huella en
la cotidiana, la gente aprende y usa ese
aprendizaje. No se da cuenta que con
ello, no combate nada, nada cambia,
pero se vive cada vez peor la existencia
diaria.
Sin embargo, hay también algo que
acontece positivamente. Cada vez más
en los colegios se practica, ecología,
ciudadanía y yoga. Con más frecuencia
los adolescentes “respiran” para calmarse.
Re"exionan para resolver y acrecientan
su responsabilidad medioambiental.
Es como si tanta tensión acumulada y
sentida, llevara a nuevas generaciones a
practicar con mayor seriedad que otras
generaciones, los bene!cios de calmarse,
de regularse, de dejar la ira por la
empatía y la respuesta pací!ca, de
ejercer una vigilancia sobre sus mayores
y el ambiente, mayor respeto por
algunas reglas. Es nuevo y es en nuevas
generaciones, pero avanza.
Esta nueva generación, puede tal vez
traer vientos distintos. No lo digo con
una mirada naive de esperanza, sino que
es algo que está pasando. Así como el
cuidado por el ambiente los chicos ya lo
llevan bajo la piel y lo muestran en
actitudes simples y cotidianas, también,
es posible que vayan madurando una
forma distinta de pensar el convivir.
Es posible que entiendan que la vida, no
basada en el “bienestar general”, no le
favorece a nadie, que si salís a matar,
salís a morir, que si te llevás puesto a
alguien, mañana te llevan puesto a vos y
entonces surja una nueva contabilidad
emocional, una nueva conciencia y un
privilegio de los valores pací!cos y
humildes por sobre la soberbia y la ira.
Como toda crisis, Argentina abre en su
cotidiano social, una oportunidad, algo
se observa de ello y en tendencia
creciente. Si esta generación tuviera una
Justicia que cumpla las normas de
manera adecuada y eso generara que
haya castigo a los que nos violentan de
tantas formas, ayudaría a que esa
generación encontrara una vía social
garantizada republicanamente a este
afán de bienestar.
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