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PSICO

posterior decadencia progresiva, hasta

estallar en las puertas del siglo 21.

A partir de allí, la soberbia mutó a

progresiva decepción, a un despertar a

una realidad que supimos construir

despacio a lo largo de muchas décadas,

donde el destino de Argentina se estaba

de!niendo. Perdimos nuestra carrera

contra Canadá, Australia, Brasil, y así

sucesivamente cayendo progresivamente

en los rankings de desarrollo.

Hoy el argentino ha cambiado la soberbia

por la ira, su marca de identidad

nacional es ser un ciudadano iracundo,

lleno de derechos que nadie le garantiza

y que los hace valer a su manera y con

mínimo de responsabilidades ciudadanas

porque al !n… es argentino.

Esta ira, se ha convertido en el maltrato

cotidiano de cada día, en la calle, los

negocios, los boliches, teniendo una

tensión constante y un estar a la defensiva

continuo. En el trá!co esto es patente.

Ahora en Argentina, ser agresivo,

estar lleno de ira dispuesto a hacer

justicia a los golpes e insultos es una

forma de identidad. En Madrid, un grupo

de argentinos tiempo atrás, enojados

por un retraso hicieron un piquete en

¡Barajas!!!, por supuesto, cuando la

policía llegó, los sacaron a los empujones

y aprendieron rápidamente que el

ser nacional se practica solo en casa,

afuera no es conveniente.

Soberbia, decepción, ira. Es el largo

caminar de los argentinos en los últimos

años, han logrado generar una sociedad

que harta de sentir que no maneja nada

y a la que se la estafa cada cuatro años,

solo puede ejercer una violencia que no

va dedicada a los grandes ganadores de

estos tiempos, sino a morderse entre sí.

Ya no hay orgullo, Argentina no es el

campeón del mundo, Messi es un genio,

pero no es Maradona. Gardel de!nitivamente

se murió y no canta cada día

mejor, más bien que la gola se le está

quedando ronca de tanto gritar “que se

vayan todos”.

Neuro-psico-hormonalmente, este cambio

trae y seguirá trayendo carga de

adrenalina, noradrenalina y cortisol en

niveles que generan sus consecuencias

en el corto y mediano plazo. La tasa de

problemas mentales y físicos se irá

incrementando en relación a una sociedad

que se ha vuelto temible. Súmele

a eso la delincuencia y la grieta. Y…

Bingo! Tenemos todos los ingredientes

para que haya un 50% de argentinos que

según encuestas recientes, querrían irse

del país. Esto no es nuevo, pero las razones,

lo son. Ya no es solo las oportunidades

de trabajo, duras en cualquier

lado, sino el hartazgo de una ciudadanía

cansada de los vaivenes de un colectivo

político incapaz y corrupto, merced al

cual, cambalache es cada vez el verdadero

himno del país. Nuestro himno habla

de dignidad, valentía y sueños, y ya nada

se ve de esto en estos tiempos aquí en

estas tierras cambalacheras.

Y dime lo que ves, será lo que hago. Este

es un país violento, pero de violencia

institucional, que luego deja su huella en

la cotidiana, la gente aprende y usa ese

aprendizaje. No se da cuenta que con

ello, no combate nada, nada cambia,

pero se vive cada vez peor la existencia

diaria.

Sin embargo, hay también algo que

acontece positivamente. Cada vez más

en los colegios se practica, ecología,

ciudadanía y yoga. Con más frecuencia

los adolescentes “respiran” para calmarse.

Re"exionan para resolver y acrecientan

su responsabilidad medioambiental.

Es como si tanta tensión acumulada y

sentida, llevara a nuevas generaciones a

practicar con mayor seriedad que otras

generaciones, los bene!cios de calmarse,

de regularse, de dejar la ira por la

empatía y la respuesta pací!ca, de

ejercer una vigilancia sobre sus mayores

y el ambiente, mayor respeto por

algunas reglas. Es nuevo y es en nuevas

generaciones, pero avanza.

Esta nueva generación, puede tal vez

traer vientos distintos. No lo digo con

una mirada naive de esperanza, sino que

es algo que está pasando. Así como el

cuidado por el ambiente los chicos ya lo

llevan bajo la piel y lo muestran en

actitudes simples y cotidianas, también,

es posible que vayan madurando una

forma distinta de pensar el convivir.

Es posible que entiendan que la vida, no

basada en el “bienestar general”, no le

favorece a nadie, que si salís a matar,

salís a morir, que si te llevás puesto a

alguien, mañana te llevan puesto a vos y

entonces surja una nueva contabilidad

emocional, una nueva conciencia y un

privilegio de los valores pací!cos y

humildes por sobre la soberbia y la ira.

Como toda crisis, Argentina abre en su

cotidiano social, una oportunidad, algo

se observa de ello y en tendencia

creciente. Si esta generación tuviera una

Justicia que cumpla las normas de

manera adecuada y eso generara que

haya castigo a los que nos violentan de

tantas formas, ayudaría a que esa

generación encontrara una vía social

garantizada republicanamente a este

afán de bienestar.

CENTRAL

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