Central 90
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Foco
Es muy común escuchar hablar
de “foco”. Hay que focalizar en esto,
hay que focalizar en lo otro,
el problema es que no hace foco,
el secreto para hacer crecer el negocio
es focalizarse en la estrategia.
¿A qué nos referimos cuando hablamos
de foco?
Como una vez algún jefe me dijo “tenemos
tantos focos que parecemos un
arbolito de navidad”. Justamente en
su de!nición radica su principal
di!cultad. Es muy parecido a sacar
una foto. Elegimos el paisaje o el
objeto, apuntamos la cámara y ajustamos
los lentes hasta que el objetivo
deja de verse borroso. Allí estamos
haciendo foco. Lamentablemente, los
seres humanos no venimos equipados
como nuestras contemporáneas
cámaras fotográ!cas con “autofocus”
o foco automático. Éste automatismo
permite el enfoque de un motivo o un
punto determinado sin intervención
del usuario. La cámara elije el punto y
luego mientras sostenemos el botón
de disparo de la foto en una cámara
digitial la misma hace el trabajo de
enfocar hasta que se bloquea. Al
seguir presionando el obturador se
obtiene la foto perfecta. Lo que hace
la máquina por nosotros es lograr que
el objeto que queremos fotogra!ar se
vea en la imagen con total nitidez.
Con lo cual tenemos dos cuestiones.
Elegir el objeto y que se vea nítido.
•Elegir el objeto
La primera de las cuestiones es elegir
el objeto, es decir, en la organización,
el objetivo. La decisión de elegir el
objetivo es determinante y extremadamente
difícil. Sobre todo porque
exige dos acciones para las cuales no
hemos sido educados ni formados la
mayoría de las personas. Ni en la
escuela ni en nuestros hogares.
La primera es detenerse a pensar,
dejar por un momento la tendencia
natural a la acción y analizar la
situación en su conjunto. Todo lo que
implica un ejercicio intelectual parece
estar menos valorado en la lista de
ponderaciones de lo que se considera
trabajo duro o dejar todo en el trabajo.
El ambiente, el sistema, la organización
misma, nuestro equipo, nuestro
instinto, nos mueve a la acción. Debemos
hacer un gran esfuerzo para
incluir en nuestras rutinas momentos
de re"exión. Parar y analizar, discutir
con nosotros mismos y con nuestros
equipos a dónde nos gustaría llegar y
de esa manera plantear nuestros
objetivos.
Si bien no soy partidario de las
recetas, existen una serie de consideraciones
al momento de de!nirlos, las
cuales son aprendidas por la razón o
por la fuerza por la mayoría de las
personas que hemos hecho este
ejercicio personal y profesionalmente.
1- Que sean alcanzables: Es decir
que puedan ser logrados. Esto evita la
trampa de la frustración. Pero como
no tenemos tanta experiencia en el
plano profesional como en el personal
para hacerlo, podemos cometer
errores. En el plano personal todo el
tiempo nos ponemos objetivos y ya
hemos aprendido de las dietas
milagrosas, los planes deportivos
inalcanzables y un montón de fantasías
más que nos hemos autoimpuesto
en algún momento. El sentido
común nos ayuda para darnos cuenta
que la mayoría de nosotros no podría
correr una maratón de 42 kilómetros
sin haber entrenado por lo menos un
año. Desarrollar esa noción nos ha
llevado mucho tiempo y aprendizaje
aunque no lo hayamos notado. Eso
mismo es lo que tenemos que esperar
en nuestra organización. Con el pasar
de los años iremos siendo cada vez
más asertivos al ponernos metas,
pero debemos arrancar por algo y
saber que nada nos ata e ir corrigiendo
las perspectivas originalmente
pensadas.
2- Que sean medibles: Tenemos que
poder medirlos. Al momento de pensarlos
ya tenemos que tener ideada la
herramienta de medición. Si quiero
bajar tres kilos tengo que pesarme,
saber cuánto peso hoy y luego ponerme
un objetivo sabiendo que contaré
con una balanza para poder pesarme
e ir viendo la evolución.
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