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Sociología y política

AntologiaGarciaLinera

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vida en común, 14 entendida como asociación y movilización por<br />

centro de trabajo, por rama de actividad y por identidad laboral<br />

como forma de filiación social.<br />

En este sentido, la marcha vuelve a validar un modo histórico<br />

de entender la <strong>política</strong> como un hecho de masas mediante el cual:<br />

a) el trabajador asume una identidad corporativa por centro de<br />

trabajo; y b) este trabajador colectivo, así constituido como sindicato,<br />

interpela al Estado y ejerce, sin más mediación, su lucha<br />

por el reconocimiento y sus derechos públicos.<br />

Esta manera de filiación <strong>política</strong> y de práctica <strong>política</strong> obrera<br />

era portadora de múltiples virtudes. Por un lado, permitió crear<br />

un sentido de responsabilidad <strong>política</strong> sumamente arraigado en<br />

la vida cotidiana y la actividad laboral. Dado que, para ejercer<br />

derechos y modificarlos, el punto de encuentro y verificación es la<br />

unificación por centro de trabajo más su movilización, el acto de<br />

la <strong>política</strong> es una competencia socializada, practicada directamente<br />

por el trabajador como una más de sus funciones cotidianas.<br />

El papel de los especialistas de la “<strong>política</strong>”, que monopolizan y<br />

privatizan este bien colectivo, queda así en gran parte limitado,<br />

ya que hay una inclinación generalizada a conceptuar el bien común<br />

como una competencia del común, de todos.<br />

Por otro lado, la verificación de esta responsabilidad, por su<br />

propia cualidad de masa, no puede menos que practicarse a través<br />

de mecanismos de unificación colectiva como la asamblea, la<br />

marcha, la movilización, la rebelión. Esto significa que la representación<br />

simbólica 15 de la lucha por los derechos colectivos no<br />

sólo es un lugar de formación de una identidad social, sino que<br />

además sólo se puede ejecutar mediante técnicas asociativas comunalizadas,<br />

esto es, que son capaces de crear interunificación<br />

práctica y autónoma entre los trabajadores. De ahí que la medida<br />

de la democracia, en toda la época en la que prevaleció esta manera<br />

de entender la <strong>política</strong>, no fuera un problema cuantificable en<br />

14<br />

David Held, “Ciudadanía y pluralismo”, en La Política, No. 3, 1996.<br />

15<br />

Ernest Cassirer, Filosofía de las formas simbólicas; fenomenología del reconocimiento.<br />

Tomo II. México, Fondo de Cultura Económica, 1998.<br />

223

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