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© Pehuén Editores, 2001.<br />
Sábado 8 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1944<br />
Querida Kitty:<br />
<strong>El</strong> apo<strong>de</strong>rado, M.B., ha vuelto <strong>de</strong>l campo con una cantidad<br />
enorme <strong>de</strong> fresas, polvorientas, llenas <strong>de</strong> arena, pero fresas al fin.<br />
No menos <strong>de</strong> veinticuatro cajitas para la oficina y para nosotros.<br />
Inmediatamente nos pusimos a la tarea y la misma noche tuvimos<br />
la satisfacción <strong>de</strong> contar con seis vasijas <strong>de</strong> conservas y ocho tarros<br />
<strong>de</strong> confitura. A la mañana siguiente, Miep propuso que<br />
preparásemos la confitura para los <strong>de</strong> la oficina.<br />
A las doce y media, como el campo estaba libre en toda la<br />
casa y la puerta <strong>de</strong> entrada cerrada, subimos el resto <strong>de</strong> las cajitas.<br />
En la escalera, <strong>de</strong>sfile <strong>de</strong> papá, Peter y Van Daan. A la pequeña<br />
<strong>Ana</strong> le tocó ocuparse <strong>de</strong>l calentador <strong>de</strong>l baño y <strong>de</strong>l agua caliente.<br />
A Margot, buscar las vasijas. ¡Toda la tripulación actuando! Yo<br />
me sentía <strong>de</strong>splazada en esa cocina <strong>de</strong> la oficina, llena hasta<br />
reventar, y ello en pleno día, con Miep, <strong>El</strong>li, Koophuis, Henk y<br />
papá. Hubiérase dicho la quinta columna <strong>de</strong>l reaprovisionamiento.<br />
Evi<strong>de</strong>ntemente, los visillos <strong>de</strong> las ventanas nos aíslan pero<br />
nuestras voces y las puertas que golpean me ponen la carne <strong>de</strong><br />
gallina. Se me ocurrió pensar que ya no estábamos escondidos.<br />
Es extraña la sensación <strong>de</strong> que tengo <strong>de</strong>recho a salir. Llenar la<br />
cacerola, a subirla enseguida... En nuestra cocina, el resto <strong>de</strong> la<br />
familia se halla alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la mesa limpiando fresas, llevándose<br />
más a la boca que a las vasijas. No se tardó en reclamar otra vasija,<br />
y Peter fue a buscar una a la cocina <strong>de</strong> abajo... <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> oyó<br />
llamar dos veces; <strong>de</strong>jando el recipiente, se precipitó <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la<br />
puerta-armario, cerrándolo con sumo cuidado. Todos estábamos<br />
impacientes ante los grifos cerrados y las fresas por lavar, pero<br />
había que respetar la consigna: «En caso <strong>de</strong> que hubiera alguien<br />
)142(<br />
EL DIARIO DE ANA FRANK<br />
en la casa, cerrar todos los grifos para evitar el ruido <strong>de</strong>l paso <strong>de</strong>l<br />
agua por las cañerías».<br />
Henk llegó a la una y nos dijo que era el cartero. Peter volvió<br />
a bajar... para oír el timbre una vez más y para girar <strong>de</strong> nuevo<br />
sobre sus talones. Yo me puse a escuchar, primero junto a la<br />
puerta-armario; luego, <strong>de</strong>spacio, avancé hasta la escalera. Peter se<br />
unió a mí, y nos inclinamos sobre la balaustrada como dos<br />
ladrones, para oír las voces familiares <strong>de</strong> los nuestros. Peter bajó<br />
algunos peldaños, y llamó:<br />
-<strong>El</strong>li...<br />
Ninguna respuesta... Otra vez:<br />
-<strong>El</strong>li...<br />
<strong>El</strong> estrépito <strong>de</strong> la cocina dominaba la voz <strong>de</strong> Peter. De un<br />
salto, echó a correr hacia abajo. Con los nervios en tensión, me<br />
quedo en el lugar, y oigo:<br />
-Márchate, Peter. Ha venido el contador. No pue<strong>de</strong>s quedarte<br />
aquí.<br />
Era la voz <strong>de</strong> Koophuis. Peter vuelve suspirando, y cerramos<br />
la puerta-armario. A la una y media, Kraler aparece por casa,<br />
exclamando:<br />
-¡Caramba! Por don<strong>de</strong> paso no veo más que fresas: fresas<br />
para el <strong>de</strong>sayuno, Henk come fresas, ¡huelo fresas en cualquier<br />
sitio! Vengo aquí para librarme <strong>de</strong> esos granos rojos, ¡y uste<strong>de</strong>s<br />
los están lavando!<br />
<strong>El</strong> resto <strong>de</strong> las fresas se puso en conserva. Esa misma noche,<br />
las tapas <strong>de</strong> dos vasijas habían saltado; papá hizo enseguida<br />
mermelada <strong>de</strong> su contenido. En la mañana siguiente, otras dos<br />
vasijas abiertas, y por la tar<strong>de</strong>, cuatro, pues Van Daan no las había<br />
esterilizado convenientemente. Y papá hace mermelada todas las<br />
noches.<br />
Comemos la avena con fresas, el yogur con fresas, el pan con<br />
fresas; fresas <strong>de</strong> postre, fresas con azúcar y fresas con arena.<br />
Durante dos días, es el vals <strong>de</strong> las fresas. Enseguida se acabó la<br />
reserva, salvo la <strong>de</strong> los tarros puesto bajo llave.