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El Diario de Ana Frank

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A la edad <strong>de</strong> diez años me permitieron llevarla a la escuela, y<br />

la maestra estuvo <strong>de</strong> acuerdo en que la utilizara.<br />

A los once años, mi tesoro se quedó en casa, porque la maestra<br />

<strong>de</strong> sexto era partidaria <strong>de</strong> las plumas y tinteros.<br />

A los doce años, en el liceo judío, mi pluma fuente volvía a<br />

entrar en funciones con tanto más honor y autenticidad cuanto<br />

que estaba encerrada en un nuevo estuche con cierre relámpago,<br />

que contenía, igualmente, un lápiz <strong>de</strong> mina.<br />

A los trece años, la lapicera me siguió al anexo, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

entonces ha galopado como un pur sang sobre mi <strong>Diario</strong> y mis<br />

cua<strong>de</strong>rnos.<br />

Y acaba su existencia en mi año <strong>de</strong>cimocuarto...<br />

En la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l viernes, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> las cinco, salí <strong>de</strong> mi cuartito<br />

para seguir trabajando en la habitación <strong>de</strong> mis padres. Instalada<br />

enseguida a la mesa, fui empujada sin <strong>de</strong>masiada suavidad por<br />

Margot y papá, que iban a <strong>de</strong>dicarse a su latín. Abandonando mi<br />

lapicera sobre la mesa, utilicé el rinconcito que se dignaron <strong>de</strong>jarme<br />

para seleccionar y limpiar porotos, es <strong>de</strong>cir, para eliminar los<br />

enmohecidos y limpiar los buenos.<br />

A las seis menos cuarto recogí todas las <strong>de</strong>scartadas en un<br />

papel <strong>de</strong> diario y las eché al fuego. La estufa, que en los últimos<br />

días casi no tiraba, escupió una llama enorme: ahora, funcionaba<br />

bien, y eso me alegraba. Cuando los «latinistas» terminaron, me<br />

dispuse a proseguir mi tarea epistolar, pero mi pluma fuente no<br />

aparecía por ningún lado. Busqué yo. Buscó Margot. Mamá, papá<br />

y Dussel buscaron también. Esfuerzo inútil: mi tesoro había<br />

<strong>de</strong>saparecido sin <strong>de</strong>jar rastros.<br />

-Quizás ha caído en la estufa, con los porotos -sugirió Margot.<br />

¡vamos! ¡No pue<strong>de</strong> ser! -repuse yo.<br />

Por la noche, como seguíamos sin dar con mi lapicera, empecé<br />

a creer como todo el mundo, que había ardido. La prueba: aquella<br />

llama enorme que sólo podía ser provocada por la baquelita. En<br />

efecto, la triste suposición se troncó en verdad a la mañana<br />

siguiente, cuando papá retiró <strong>de</strong> las cenizas el sujetador <strong>de</strong> la<br />

© Pehuén Editores, 2001.<br />

)71(<br />

EL DIARIO DE ANA FRANK<br />

lapicera. La punta <strong>de</strong> oro se había <strong>de</strong>rretido misteriosamente.<br />

-Debe <strong>de</strong> haberse fundido en una <strong>de</strong> las piedras refractarias -<br />

observó papá.<br />

Me queda un consuelo, por mínimo que sea: mi pluma fuente<br />

ha sido incinerada y no enterrada. Confío en que otro tanto me<br />

suceda a mí, más tar<strong>de</strong>.<br />

Tuya, ANA<br />

Miércoles 17 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1943<br />

Querida Kitty:<br />

Hemos tenido varios trastornos. Hay difteria en la casa <strong>de</strong><br />

<strong>El</strong>li, quien por eso no podrá venir a nuestra casa durante seis<br />

semanas. Resulta fastidioso, pues solía encargarse <strong>de</strong> nuestro<br />

reaprovisionamiento y, a<strong>de</strong>más, ella nos levanta la moral, y<br />

extrañamos su ausencia terriblemente. Koophuis sigue en cama,<br />

y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace tres semanas soporta un régimen severo: leche y<br />

avena. Kraler se siente exhausto.<br />

Las lecciones <strong>de</strong> latín por correspon<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Margot son<br />

corregidas por un profesor que parece muy amable y, por<br />

añadidura, ingenioso. Sin duda se siente encantado <strong>de</strong> tener una<br />

alumna tan capaz. Margot le manda sus lecciones firmadas con el<br />

nombre <strong>de</strong> <strong>El</strong>li.<br />

Dussel está muy alterado, y no compren<strong>de</strong>mos el motivo.<br />

Cada vez que nos reunimos en casa <strong>de</strong> los Van Daan, no <strong>de</strong>spega<br />

los labios. Todos lo hemos notado y, al cabo <strong>de</strong> varios días <strong>de</strong> esta<br />

comedia, a mamá le ha parecido oportuno ponerlo en guardia<br />

contra el carácter <strong>de</strong> la señora Van Daan, que podría hacerle la<br />

vida imposible, si él persistiera en su silencio.<br />

Dussel contestó que el señor Van Daan había sido el primero<br />

en no dirigirle más la palabra; y que no le correspon<strong>de</strong>ría a él,<br />

Dussel, dar el primer paso.<br />

Quizá no lo recuer<strong>de</strong>s, pero ayer, 16 <strong>de</strong> noviembre, se cumplió

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