13.03.2013 Views

El Diario de Ana Frank

El Diario de Ana Frank

El Diario de Ana Frank

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Nos veo, a los ocho <strong>de</strong>l anexo, como si fuéramos un trozo <strong>de</strong><br />

cielo azul ro<strong>de</strong>ado poco a poco por nubes sombrías, pesadas y<br />

amenazantes. <strong>El</strong> claro, este islote que nos mantiene aún a salvo,<br />

se achica constantemente por la presión <strong>de</strong> las nubes que nos<br />

separan todavía <strong>de</strong>l peligro, cada vez más cercano. Las tinieblas y<br />

el peligro se estrechan a nuestro alre<strong>de</strong>dor; buscamos un escape<br />

y, por la <strong>de</strong>sesperación, chocamos los unos contra los otros. Todos<br />

miramos hacia abajo, allá don<strong>de</strong> los hombres luchan entre sí; o<br />

miramos a lo alto, allí don<strong>de</strong> solo estamos separados por la masa<br />

<strong>de</strong> tinieblas que nos cierra el paso como un muro impenetrable<br />

que está a punto <strong>de</strong> aplastarnos, pero que aún no es bastante<br />

po<strong>de</strong>roso.<br />

Con todas mis fuerzas, suplico e imploro: ¡»Círculo, círculo,<br />

ensánchate y ábrete ante nosotros!».<br />

Tuya,<br />

ANA<br />

© Pehuén Editores, 2001.<br />

Jueves 11 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1943<br />

Querida Kitty:<br />

He pensado en un buen titulo para este capítulo:<br />

ODA A MI PLUMA FUENTE<br />

IN MEMORIAM<br />

Mi pluma fuente ha sido siempre para mí sumamente valiosa;<br />

la aprecié mucho, sobre todo por su gruesa pluma, porque yo no<br />

puedo escribir bien sino con una pluma gruesa. La vida <strong>de</strong> mi<br />

lapicera ha sido larga y muy interesante; así que te la contaré<br />

brevemente.<br />

Cuando tenía nueve años llegó, envuelta en algodón, en un<br />

paquetito postal con la mención: «Muestra sin valor». Había<br />

recorrido un largo camino: venía <strong>de</strong> Aquisgrán, don<strong>de</strong> solía vivir<br />

)65(<br />

EL DIARIO DE ANA FRANK<br />

mi abuelita, la amable donante. En tanto que el viento <strong>de</strong> febrero<br />

hacía estragos, yo estaba en cama con gripe. La gloriosa lapicera,<br />

en su estuche <strong>de</strong> cuero rojo, era la admiración <strong>de</strong> todas mis amigas.<br />

¡Yo, <strong>Ana</strong> <strong>Frank</strong>, podía estar orgullosa, porque al fin poseía una<br />

pluma fuente!<br />

A la edad <strong>de</strong> diez años me permitieron llevarla a la escuela, y<br />

la maestra estuvo <strong>de</strong> acuerdo en que la utilizara.<br />

A los once años, mi tesoro se quedó en casa, porque la maestra<br />

<strong>de</strong> sexto era partidaria <strong>de</strong> las plumas y tinteros.<br />

A los doce años, en el liceo judío, mi pluma fuente volvía a<br />

entrar en funciones con tanto más honor y autenticidad cuanto<br />

que estaba encerrada en un nuevo estuche con cierre relámpago,<br />

que contenía, igualmente, un lápiz <strong>de</strong> mina.<br />

A los trece años, la lapicera me siguió al anexo, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

entonces ha galopado como un pur sang sobre mi <strong>Diario</strong> y mis<br />

cua<strong>de</strong>rnos.<br />

Y acaba su existencia en mi año <strong>de</strong>cimocuarto...<br />

En la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l viernes, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> las cinco, salí <strong>de</strong> mi cuartito<br />

para seguir trabajando en la habitación <strong>de</strong> mis padres. Instalada<br />

enseguida a la mesa, fui empujada sin <strong>de</strong>masiada suavidad por<br />

Margot y papá, que iban a <strong>de</strong>dicarse a su latín. Abandonando mi<br />

lapicera sobre la mesa, utilicé el rinconcito que se dignaron <strong>de</strong>jarme<br />

para seleccionar y limpiar porotos, es <strong>de</strong>cir, para eliminar los<br />

enmohecidos y limpiar los buenos.<br />

A las seis menos cuarto recogí todas las <strong>de</strong>scartadas en un<br />

papel <strong>de</strong> diario y las eché al fuego. La estufa, que en los últimos<br />

días casi no tiraba, escupió una llama enorme: ahora, funcionaba<br />

bien, y eso me alegraba. Cuando los «latinistas» terminaron, me<br />

dispuse a proseguir mi tarea epistolar, pero mi pluma fuente no<br />

aparecía por ningún lado. Busqué yo. Buscó Margot. Mamá, papá<br />

y Dussel buscaron también. Esfuerzo inútil: mi tesoro había<br />

<strong>de</strong>saparecido sin <strong>de</strong>jar rastros.<br />

-Quizás ha caído en la estufa, con los porotos -sugirió Margot.<br />

¡vamos! ¡No pue<strong>de</strong> ser! -repuse yo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!