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El Diario de Ana Frank

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y que a mí me gustaría que <strong>de</strong>jara <strong>de</strong> hacerlo pues me <strong>de</strong>sagradaban<br />

tales <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> los muchachos.<br />

Con entonación paterna, ellos me preguntaron si en realidad<br />

yo no podía encariñarme con Peter; porque, según dijeron, él me<br />

quería mucho. «¿Ah, si?» pensé, y dije:<br />

- ¡Oh, no!<br />

Dije también que por momentos Peter me parecía un poco<br />

torpe, pero que probablemente era tímido, como todos los<br />

muchachos que no estaban acostumbrados a alternar con chicas.<br />

Debo <strong>de</strong>cir que el comité <strong>de</strong> refugiados (sección masculina),<br />

se muestra bastante ingenioso. Te relataré lo que han inventado<br />

para dar noticias nuestras al apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> la Travies, el señor Van<br />

Dijk, que ha guardado secretamente algunos <strong>de</strong> nuestros objetos<br />

personales y es amigo nuestro. Enviaron una carta mecanografiada<br />

a un farmacéutico, cliente <strong>de</strong> la casa, que vive en la Zelandia<br />

Meridional, adjuntando a la carta un sobre escrito por papá con<br />

la dirección <strong>de</strong> la oficina; el farmacéutico se sirve entonces <strong>de</strong> ese<br />

sobre para enviar una respuesta. Tan pronto como ella llega,<br />

sustituyen la carta <strong>de</strong>l farmacéutico por un mensaje manuscrito<br />

<strong>de</strong> papá dando señales <strong>de</strong> vida; la carta <strong>de</strong> papá, que ellos enseñan<br />

entonces al señor Van Dijk, parece haber pasado <strong>de</strong> contrabando<br />

por Bélgica y mandada vía Zelandia; éste pue<strong>de</strong> leerla sin sospechar<br />

<strong>de</strong> la treta. Se ha elegido Zelandia porque es limítrofe <strong>de</strong> Bélgica,<br />

y, a<strong>de</strong>más, porque no se pue<strong>de</strong> ir allí sin permiso especial, <strong>de</strong><br />

manera que Van Dijk no podría comprobar si realmente estamos<br />

allí.<br />

Tuya,<br />

© Pehuén Editores, 2001.<br />

ANA<br />

)20(<br />

EL DIARIO DE ANA FRANK<br />

Domingo 27 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1942<br />

Querida Kitty:<br />

Acabo <strong>de</strong> tener una gran discusión con mamá; lo siento, pero<br />

no nos enten<strong>de</strong>mos muy bien. Con Margot tampoco marchan<br />

las cosas. Entre nosotros no suelen darse el tipo <strong>de</strong> estallidos que<br />

hay en el piso <strong>de</strong> arriba, que son bastante <strong>de</strong>sagradables. Estas<br />

dos naturalezas, la <strong>de</strong> mamá y la <strong>de</strong> Margot, me son totalmente<br />

extrañas. En ocasiones comprendo mejor a mis amigas que a mi<br />

propia madre. ¡Es una lástima!<br />

Discutimos con frecuencia problemas <strong>de</strong> posguerra; por<br />

ejemplo, cómo <strong>de</strong>be uno dirigirse a los sirvientes.<br />

La señora Van Daan está, una vez más, <strong>de</strong> insoportable<br />

humor; es muy caprichosa, y guarda lo suyo bajo llave cada vez<br />

con mayor encarnizamiento. Mamá podría respon<strong>de</strong>r a la<br />

<strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> un «objeto <strong>Frank</strong>» con la <strong>de</strong> un «objeto Van Daan».<br />

Así apren<strong>de</strong>ría.<br />

Hay personas que se complacen en educar hijos ajenos,<br />

a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los propios. Los Van Daan pertenecen a esta categoría.<br />

No se ocupan <strong>de</strong> Margot: ¡ella es la cordura, la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za y la<br />

inteligencia personificadas! Pero, al parecer, yo tengo <strong>de</strong>fectos<br />

suficientes para las dos. Más <strong>de</strong> una vez suce<strong>de</strong> que, a la mesa,<br />

vayan y vengan palabras <strong>de</strong> censura y respuestas insolentes. Papá<br />

y mamá me <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n con energía; sin ellos, yo ya habría <strong>de</strong>sistido.<br />

Aunque mis padres no cesan <strong>de</strong> reprocharme mi charla excesiva,<br />

recomendándome que no me entrometa en nada y sea más<br />

mo<strong>de</strong>sta, fracaso con frecuencia. Y si papá no se mostrara tan<br />

paciente conmigo, hace tiempo que habría abandonado toda<br />

esperanza <strong>de</strong> satisfacer a mis padres, cuyas exigencias, sin embargo,<br />

no son a tal punto difíciles <strong>de</strong> aten<strong>de</strong>r.<br />

Si se me ocurre servirme poca verdura, que <strong>de</strong>testo, y tomar<br />

más patatas, los Van Daan, sobre todo la señora, protestan, dicen<br />

que he sido <strong>de</strong>masiado mimada.<br />

-Vamos, <strong>Ana</strong>, sírvete un poco más <strong>de</strong> verdura.

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