En vigilante espera - Acción Cultural Cristiana
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Mientras tanto, Inglaterra con sus cláusulas de excepción al tratado de<br />
Maastrich se coloca a la expectativa y, como el perro del hortelano, ni come ni<br />
deja comer.<br />
<strong>En</strong> definitiva, aún asoma demasiado la oreja la soberbia alemana, el orgullo<br />
francés y el interesado individualismo inglés como para creer en un futuro de<br />
Europa sin sobresaltos. A pesar de la diplomacia, no es fácil cohonestar los diferentes<br />
intereses de las naciones de Europa. <strong>En</strong> estas circunstancias –y ello es todavía<br />
más preocupante si cabe– la Unión Europea se va a realizar, si se realiza, por<br />
la avasalladora imposición de la voluntad del Gran Capital Financiero y de las<br />
grandes multinacionales que siguen necesitando un gran mercado para su proceso<br />
de acumulación indefinida de riqueza. Mal presagio para el porvenir de los pueblos<br />
europeos que la UE venga dada por el doblegamiento de los estados a los<br />
intereses del dinero, y que pierdan su soberanía no en aras de la comunión entre<br />
los pueblos sino de la facilidad de movimiento de los capitales.<br />
<strong>En</strong> estas circunstancias poco puede <strong>espera</strong>r el Tercer Mundo de Europa<br />
como no sea la integración en sus circuitos económicos con la reproducción a<br />
escala más violenta que en Europa del paro, la deuda y la marginación social; es<br />
decir, una mayor explotación y subordinación. <strong>En</strong>umeremos simplemente las leyes<br />
de inmigración y el trato a los emigrantes, los precios de las materias primas que<br />
de ellos importamos, la ínfima ayuda que les prestamos (casi siempre condicionada<br />
políticamente y para favorecer nuestro comercio) comparada con el flujo financiero<br />
de ellos a nosotros por la deuda contraída, por los intereses de los nuevos<br />
préstamos, por patentes y royalties, por los beneficios de nuestras empresas instaladas<br />
entre ellos, etc.<br />
<strong>En</strong> consideración, por tanto, a cuanto llevamos dicho, juzgamos que no es<br />
de recibo, por inmoral, hurtar a la sociedad y al pueblo español un debate en profundidad<br />
sobre los problemas que la UE, tal como se ha estructurado y se sigue<br />
estructurando, supone para el presente y futuro de los españoles, de los europeos<br />
y del conjunto de las naciones.<br />
Nosotros nos atrevemos a afirmar que construir Europa como se ha hecho,<br />
sobre la economía y ésta de signo netamente capitalista y con la ciencia y la técnica<br />
a su servicio como esclavas, no ha sido solo un error sino una trágica desgracia<br />
que está llevando a Europa a un callejón sin salida y al Tercer Mundo a una<br />
mayor postración y exclusión. Porque –admitámoslo de una vez– la economía se<br />
devora a sí misma.<br />
Ejemplifiquémoslo con el problema del paro y la creación de empleo, visto<br />
desde la propia óptica capitalista y con palabras del profesor Jorge Norgaard.<br />
«Con grandes dificultades se podría crecer en el Norte (del que Europa es parte<br />
principal) por encima del 3,5%, que es la cifra que se maneja como límite a partir<br />
del cual se puede generar empleo neto. Pero aquí se vuelven a manifestar de<br />
forma meridianamente clara los límites naturales al crecimiento indefinido. Un<br />
crecimiento del 3,5% anual durante 20 años significa duplicar las actuales cifras<br />
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