En vigilante espera - Acción Cultural Cristiana
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El hecho de haber asistido, a lo largo de todas las legislaturas, a una constante<br />
reconversión económica tanto de la industria y servicios como del campo;<br />
eufemística manera de hablar, para encubrir la realidad de una disolución del tejido<br />
socioeconómico del país, hasta terminar en el paro estructural de más de dos<br />
millones y medio de personas.<br />
El hecho de la supeditación de la economía, de la política y hasta de la educación<br />
y formación de los ciudadanos de este país a las decisiones de incontrolados<br />
organismos internacionales, cuando no, con harta frecuencia, a los intereses<br />
de las, así llamadas, empresas multinacionales más poderosas que los propios<br />
estados.<br />
El hecho de la defensa legal a ultranza del derecho de propiedad individual<br />
sin límites para toda clase de bienes y de la defensa legal, así mismo, de los «intereses»<br />
del intocable sistema financiero nacional e internacional, junto con la práctica<br />
de la ley de la competencia y libre mercado; todo lo cual hace inviable, con la<br />
anuencia legal, la realización de la justicia distributiva, en relación con los pobres<br />
de nuestra sociedad y con los países hambrientos del Tercer Mundo e imposibilita<br />
también la adecuada conservación y renovación de los bienes raíces de la humanidad:<br />
la naturaleza y la cultura.<br />
El hecho de que el sistema económico, político y cultural vigente cree un tipo<br />
de hombre insolidario por competitivo y derrochador por consumista, engendrador<br />
de toda clase de violencias y guerras para proteger sus privilegios de clase, de<br />
nación o de hemisferio.<br />
El hecho de que las llamadas asociaciones «de izquierda» hayan aceptado la<br />
esencia del sistema neocapitalista y liberal, y todo su esfuerzo sea una agotadora<br />
y estéril lucha reivindicativa, rebajando a las asociaciones profesionales de los trabajadores<br />
a mendigos del sistema. La falta de utopía de este tipo de asociaciones,<br />
ciegas para percibir que la realidad, incluso y desde presupuestos científicos, exige<br />
un cambio de sociedad más que remendar la vieja.<br />
Todos estos hechos y otros muchos, afirmamos nosotros, para los que en su<br />
conjunto no se encuentra adecuada respuesta en las formaciones políticas que<br />
concurren a las urnas, unido al noble deseo de contribuir al perfeccionamiento de<br />
la sociedad, son los que producen el desasosiego con el que comenzamos la editorial:<br />
¿Qué es lo que cabe hacer? Porque parece no ser fácil una opción satisfactoria.<br />
Nosotros rechazamos ciertamente la abstención por irresponsable. Pero no<br />
queremos caer en la coartada de que entonces hay que decidirse por alguien. Los<br />
hechos aducidos evidencian que se juega con las cartas marcadas y que, aceptado<br />
el sistema, no es en la práctica posible su modificación desde dentro.<br />
Por eso, estimamos posible, lícito y hasta conveniente y necesario ejercer la<br />
responsabilidad política en las próximas elecciones mediante EL VOTO EN<br />
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