En vigilante espera - Acción Cultural Cristiana
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superpotencias, exacerbando los conflictos y promoviendo el armamentismo;<br />
cuando en la ONU el veto de los grandes distorsiona, por la discriminación de personas<br />
y países, la creación de un orden internacional justo (por otra parte deseable<br />
y exigido por la real interdependencia mundial de todos con todos) al exigir a<br />
unos lo que tolera a otros; cuando se elevan hasta cotas inimaginables los arsenales<br />
de los países de la zona y del mundo y la producción de armamentos es uno<br />
de los pilares de la economía mundial; cuando se dan juntas todas estas circunstancias,<br />
lo insólito sería que el conflicto no estallase, y sería farisaico rasgarse por<br />
ello las vestiduras, porque todos somos culpables:<br />
Culpables los EE.UU. por el imperialismo rampante que ejercen; culpable la<br />
URSS por propiciar, en su confrontación con el Oeste, la carrera de armamentos<br />
y meter a los pobres del mundo por caminos de violencia para, a la postre, dejarles,<br />
vencidos y humillados, en manos del imperialismo; culpable la CEE, vil usurero<br />
mercader de armas, incapaz de articular una política coherente con el mundo<br />
islámico con independencia de EE.UU.; culpable Sadam Husein, manipulador de<br />
sentimientos religiosos y patrióticos, erigido sobre el pedestal de la muerte y el<br />
fanatismo de su pueblo; culpables los responsables de las naciones árabes, anclados,<br />
muchos de ellos, en periclitadas políticas medievales localistas o fundamentalistas;<br />
culpables los partidos políticos, llamados de izquierda, que aceptan los<br />
presupuestos políticos y económicos (no digamos ya los culturales del consumismo)<br />
del neocapitalismo a cuya esencia pertenece la lucha por el dominio del<br />
mundo; culpables los sindicatos y la clase obrera corporativista actual, insolidaria<br />
a escala mundial, incapaz siquiera de pensar, ni a escala nacional ni internacional,<br />
en una huelga que pare la producción de armas, la misma clase obrera que aguantó<br />
estoica, en nuestro país y en otros, tantas reconversiones industriales a beneficio<br />
y gloria del neocapitalismo; culpables las asociaciones e instituciones religiosas<br />
de todo credo que no se han mostrado capaces de inyectar espíritu de justicia traducido<br />
en hechos por encima de los propios intereses particulares, ni de dar una<br />
visión universal a su compromiso de acción, sea ésta económica, política, social,<br />
cultural o religiosa; culpables los ciudadanos de las democracias, que abdican<br />
de su responsabilidad entregando con su voto la libertad en manos de profesionales<br />
de la política, a cambio de una precaria seguridad para consumir y disfrutar,<br />
pese a quien pese; CULPABLES TODOS.<br />
Si esto es así, se impone andar por caminos distintos, un cambio de rumbo.<br />
Ante todo, parar la guerra: que se oigan las voces de cuantos nos oponemos,<br />
que se potencie la opinión pública contraria a la misma, que se apoyen todas las<br />
iniciativas por la paz aquí y ahora, que se fuerce a los gobiernos a quedarse solos<br />
en su empeño bélico, que se sientan moralmente acorralados hasta que se les caigan<br />
las armas de vergüenza y oprobio, que se objeten los dineros de la guerra,<br />
que entre nosotros nadie pueda atreverse más a defenderla.<br />
Y después, la creación de una nueva cultura. La vieja de muerte y destrucción,<br />
no nos vale; pero debemos conocerla para destruirla. Ella se basa en la teo-<br />
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