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En vigilante espera - Acción Cultural Cristiana

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tra exposición, la autoridad judicial, aunque no sea menos importante la sanción<br />

de los distintos comportamientos).<br />

Las dos vertientes de la autoridad política, la legislativa y la ejecutiva, son perfecta,<br />

deseable y, hasta diríamos, exigiblemente separables; si bien en las democracias<br />

actuales de hecho van unidas, debido entre otros motivos a la imbricación<br />

del mismo partido político, con los mismos dirigentes, directrices e intereses, en<br />

las tareas legislativas y ejecutivas, lo cual, ciertamente, ocasiona abundantes distorsiones<br />

al bien común, de las que en otra ocasión nos ocuparemos. Ahora,<br />

pues, vamos a tratarlas, a la autoridad legislativa y ejecutiva, como una unidad.<br />

Lo que sí queremos quede claro es que toda autoridad política queda desautorizada<br />

cuando no logra, mucho más cuando no busca, el bien común de la<br />

sociedad tal como arriba lo hemos descrito, y que es constitutivo, también, del<br />

bien común la primacía y prioridad del esfuerzo por la promoción de los<br />

pobres, de los débiles, de los últimos, de los marginados, de los analfabetos, de<br />

los parados, de los proletarios, de los trabajadores, o como quiera y deba etiquetarse<br />

a los que sufren las consecuencias de las desigualdades sociales. La autoridad<br />

política no puede ser neutral so pena de ser injusta, ya que los poderosos<br />

de sobra saben y pueden defenderse y promocionarse solos; son los pobres, los<br />

últimos, los que necesitan alivio, elevación y promoción. Un individuo aislado<br />

puede ser responsable de su propia marginación y degradación; difícilmente es<br />

concebible que lo sea un colectivo sin que, en grado eminente, sean corresponsables<br />

las condiciones objetivas de la sociedad.<br />

Por último, recordar que el objetivo de la actuación de la autoridad política<br />

en la sociedad, en la prosecución del bien común, no es perpetuar la minoría de<br />

edad de ningún colectivo sustituyendo o asumiendo la iniciativa y la responsabilidad<br />

de éste, sino, por el contrario, crear las condiciones para que todos los colectivos,<br />

grupos o clases sociales sean por sí mismos responsables ante sí y ante la<br />

sociedad.<br />

Después de esta larga introducción, lo que pretendemos es que el lector juzgue<br />

si la autoridad política de nuestro país de verdad busca el bien común de la<br />

sociedad o no, y, por consiguiente, si éticamente está legitimada. Vamos a exponer<br />

unos hechos tomados de la más inmediata actualidad, a hacer unas reflexiones<br />

y un juicio de valor sobre los mismos, y después que cada uno, personal y<br />

colectivamente, tome una actitud de responsabilidad.<br />

– Pedro Solbes, ministro de Economía, afirma: «El 99% de los habitantes de<br />

este país somos trabajadores, parados o pensionistas. Sólo el 1% son empresarios,<br />

éstos son los que crean empleo y, por tanto, tenemos que darles ventajas.<br />

Aunque después harán lo que quieran en función de sus expectativas de beneficios»<br />

(tomado de la prensa diaria del 2 de octubre de 1993).<br />

– «La Wolkswagen rechaza el plan de viabilidad de Seat» (de la prensa diaria<br />

del 29 de septiembre de 1993).<br />

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