En vigilante espera - Acción Cultural Cristiana
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podría concebirse una ONU de estados iguales, sin privilegios para los poderosos,<br />
donde las decisiones se tomasen por mayoría, teniendo en cuenta a la hora de las<br />
votaciones a los habitantes de cada estado, de modo que cada uno de ellos tuviera<br />
un número de votos proporcional a los ciudadanos que la habitan?<br />
Una ONU así concebida, sí podría constituirse en gobierno y autoridad mundial.<br />
Y no para suplantar –insistimos– sino para vigilar e impulsar el reconocimiento<br />
de los derechos humanos en todos los estados, para dirimir los conflictos<br />
entre estados o dentro de los estados por la vía del diálogo y el compromiso, para<br />
impulsar con justicia el desarme, para ejercer la justicia distributiva entre estados<br />
ricos y pobres, para practicar una fiscalidad social a escala de naciones, para<br />
desarticular la innecesaria globalización económica cuando los propios países,<br />
individual o voluntariamente agrupados, puedan producir y distribuir lo necesario<br />
a sus ciudadanos, para imponer al sistema financiero normas de universal cumplimiento,<br />
etc. Una ONU, en fin, al servicio de las organizaciones regionales de estados.<br />
Sin duda, al igual que a lo largo de los siglos XIX y XX, dentro de la mayoría<br />
de los estados, se llevó a cabo una lucha de las clases pobres explotadas y desposeídas<br />
por la igualdad y la justicia, conseguidas, al menos en parte, en la realidad<br />
y en el ordenamiento jurídico (conquista –reconozcámoslo– que ahora es puesta<br />
en peligro por la agresión externa a los estados que supone la globalización<br />
económica); así, ahora, es necesaria una lucha de los estados pobres explotados<br />
y excluidos por conseguir la igualdad y la justicia en las relaciones internacionales.<br />
Conseguir una ONU de naciones iguales no va a ser nunca regalo de las<br />
naciones poderosas. De ahí la urgencia de que los ciudadanos de los países empobrecidos<br />
y excluidos y sus propios estados luchen por poner de manifiesto las<br />
injusticias que con ellos se cometen y porque desaparezcan del ordenamiento jurídico<br />
internacional los privilegios existentes a favor de las naciones ricas y poderosas.<br />
Hoy la lucha social abarca un doble campo: el interior de los países, donde<br />
siguen las injusticias y desigualdades, y el exterior entre naciones, para desarticular<br />
la hegemonía de las que en este momento son sede y plataforma de los mecanismos<br />
opresores a escala mundial.<br />
El camino para lograrlo pasaría por potenciar las organizaciones regionales<br />
de países o estados, pero a condición de llenarlas de contenido político y liberarlas<br />
de la servidumbre de los aludidos mecanismos opresores en la medida en que<br />
vaya siendo posible.<br />
Cuanto antecede ha sido dictado por la necesidad que sentimos de ampliar<br />
la acción militante transformadora de la realidad.<br />
Nos parece ineludible –y la primera obligación del militante– la denuncia<br />
constante de las agresiones del sistema a las personas y a las naciones.<br />
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