En vigilante espera - Acción Cultural Cristiana
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El equívoco voluntariado<br />
No deja de ser sorprendente que en estos últimos años, en que los desequilibrios<br />
y desigualdades de todo tipo se han disparado entre individuos, pueblos,<br />
naciones y continentes; en que las guerras y sus secuelas de destrucción y muerte<br />
se han multiplicado a la caída del comunismo cuando se <strong>espera</strong>ba lo contrario;<br />
en que el rebrote del neocolonialismo trunca el normal desenvolvimiento de los<br />
antiguos pueblos colonizados; en que el comercio de armas prolifera por el mundo<br />
de la mano, según confesión de la propia ONU, de las naciones que tienen asiento<br />
permanente en su Consejo de Seguridad; en que la ruptura de trabas y barreras<br />
a la actuación de las empresas transnacionales y del capital financiero mundial<br />
ha puesto de rodillas a los Estados, privándoles de la posibilidad de orientar la<br />
economía al bien común mediante la práctica de la justicia distributiva; en que<br />
como por ensalmo se han evaporado las conquistas sociales del pueblo trabajador,<br />
al menos en parcelas tan sagradas como el derecho al trabajo; resulta sorprendente,<br />
decimos, el rápido auge del «voluntariado» en estos años, centrado en<br />
paliar los desastres (lo de desequilibrios parece demasiado aséptico) del triunfo<br />
mundial del neoliberalismo, cuando parecería más <strong>espera</strong>ble una reacción más<br />
profunda de tipo cultural y político que luchase por reafirmar y refundamentar la<br />
justicia (lo que a cada uno como persona se le debe), tan destrozada y descuajada<br />
por el huracán del pensamiento único neoliberal.<br />
Y, repetimos, nos sorprende aún más que el repentino crecimiento del voluntariado,<br />
el hecho de la disimetría entre tal crecimiento y el agostamiento de una<br />
cultura y de una práctica política antagonista al sistema neoliberal en sí.<br />
Hoy la expresión más genuina y generalizada, aunque no la única, del voluntariado<br />
son las ONGs, aceptadas y promovidas en ambientes y por instituciones<br />
tanto creyentes como no creyentes. Las hay para cubrir las más diversas necesidades<br />
y carencias humanas aquí y en cualquier parte del mundo, si bien podemos<br />
afirmar que sus acciones y esfuerzos más llamativos se centran en los países mal<br />
llamados del Tercer Mundo.<br />
De entrada, y para que se sitúe bien lo que después vamos a decir, se impone<br />
subrayar que el hecho del surgimiento masivo de tanta diversidad de ONGs no<br />
deja de ser un indicativo claro de la extensión y profundidad del mal causado en<br />
la sociedad por el actual ordenamiento social, económico y político del mundo y<br />
del desasosiego que tal estado de cosas crea en la conciencia de muchísimas personas.<br />
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