En vigilante espera - Acción Cultural Cristiana
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El problema de la lógica –de la ilógica, más bien, y de la inconsecuencia–<br />
surge cuando quiere darse protagonismo histórico a los pobres, como, por ejemplo,<br />
en la Revolución Francesa y en la Rusa, y se elige para ello el violento camino<br />
de la conquista del poder y el tener. A estas alturas –permítasenos el paréntesis–<br />
¿aún se puede creer que fue casual y que pudo ser de otra manera el que<br />
ambas revoluciones terminaran en Imperios, el de Napoleón y el de Stalin? Y es<br />
que el afán de poder y tener necesariamente lleva al dominio y a la exclusión de<br />
los menos ricos y fuertes; porque el poder o es DOMINIO sobre otros imponiéndoles<br />
su voluntad o no es tal poder, y el tener y poseer o es EXCLUSION de los<br />
otros de lo poseído o no es tal tener. Lógicamente, cuando la ambición de dominio<br />
y ganancia es común a todos, los ricos y poderosos necesitan la violencia de<br />
la fuerza física (los ejércitos) para conservar su poder y su riqueza.<br />
Así pues, no les ha faltado nunca razón a todos los revolucionarios cuando<br />
han gritado la necesidad de cambiar las estructuras opresoras de los pobres, pero<br />
a casi todos les ha fallado el método. Han creído que la solución estaba en cambiar<br />
de manos el poder y el tener, sin caer en la cuenta de que, con independencia<br />
de quién sea el titular, el poder DE SUYO produce la exclusión y, consecuentemente,<br />
la miseria de los excluidos.<br />
Y este es el drama de toda la autodenominada izquierda de todos los países;<br />
sobre todo desde la caída del muro de Berlín y del desvanecimiento de los regímenes<br />
del socialismo real de Rusia y satélites. No ha dado resultado aplicar la fuerza<br />
y el poder político, económico y militar para hacer justicia a los pobres porque<br />
se ha aplicado un instrumento que sirve exactamente para lo contrario: para<br />
dominar y excluir.<br />
La victoria del capitalismo –del neocapitalismo– sobre el socialismo real es<br />
lógica. El capitalismo nunca ha ocultado su afán de enriquecerse y dominar y, consecuentemente,<br />
ha empleado los instrumentos adecuados para ello, mientras que<br />
el socialismo real (¡oh! paradoja trágica) quiso con los mismos instrumentos del<br />
capitalismo (la conquista del poder, etc.) realizar la justicia. Pero esos mismos instrumentos,<br />
porque estaban proyectados para ello, les llevaron a agrandar la injusticia.<br />
Los instrumentos sirven para lo que sirven y no se puede con ellos realizar<br />
lo contrario de aquello para lo que se inventaron.<br />
<strong>En</strong> este asunto se ha olvidado un viejo axioma de la medicina hipocrática:<br />
«contraria contrariis curantur». Las enfermedades se curan con su contrario, no<br />
con más de lo mismo. No es, por tanto, agrandando el poder y el tener ni desarrollando<br />
la ciencia y la técnica al servicio de ambas ambiciones como puede realizarse<br />
la justicia.<br />
Resultan así trágicas, por inconsistentes, las izquierdas actuales cuando se las<br />
contempla –dicen ellos– intentando el «acceso al poder», para terminar cuando lo<br />
tocan sirviendo a los intereses del poder económico. Considérese, si no, la posición<br />
desairada de los llamados partidos de izquierda en la Unión Europea, donde<br />
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