En vigilante espera - Acción Cultural Cristiana
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2) <strong>En</strong> no reconocer la responsabilidad propia (la suya) por habernos introducido<br />
(de lleno a partir de nuestro ingreso en la CE) en este sistema de colonización<br />
y explotación mundial.<br />
3) De engañar al país, hablando de política de empleo y de lucha contra el<br />
paro, sin tener la valentía de afirmar que estructuralmente sólo para unos pocos<br />
es posible un trabajo «productivo».<br />
4) <strong>En</strong> engañar al país, silenciando las presiones políticas, financieras y militares<br />
que soportan para impedirnos salir del sistema.<br />
5) <strong>En</strong> matar, con el fomento desde múltiples instancias políticas del consumismo<br />
superficial y de la cultura del facilón permisivismo moral, la capacidad de<br />
lucha por la justicia que el pueblo tiene.<br />
6) <strong>En</strong> no haberse aliado y alineado con las víctimas del sistema: los pobres<br />
de la tierra, muchos de ellos situados en países hermanos.<br />
7) <strong>En</strong> no reconocer que el sistema como tal no tiene salida para el conjunto<br />
del pueblo.<br />
8) <strong>En</strong> haber reducido su ¿servicio? al bien común a hacer de gendarme del<br />
sistema frente a los inmigrantes de fuera y de disuasor de reformas profundas frente<br />
a los movimientos sociales del interior.<br />
9) Supuesto que, introducidos en el sistema, no es fácil salir y menos solos,<br />
no haber estructurado una política internacional, ni dentro ni fuera de la CE, tendente<br />
a modificar la legislación, a escala mundial, del neocapitalismo salvaje y a<br />
potenciar movimientos internacionales de solidaridad entre los pueblos.<br />
Juzgue ahora el lector si, desde la perspectiva del bien común, no está deslegitimada<br />
y desautorizada la autoridad política de nuestro país.<br />
<strong>En</strong> otra ocasión hablaremos de las prioridades políticas que hoy pide a gritos<br />
el bien común del pueblo. Nosotros estimamos que el mejor servicio que podemos<br />
prestarle es denunciar el sistema social vigente y a los políticos que lo sirven.<br />
Tres palabras para terminar. La primera para el pueblo. Si los políticos trabajan<br />
a corto plazo porque así consiguen votos, ¿no es porque el pueblo no quiere<br />
mirar más allá de las bardas de su corral y de sus individuales e inmediatos intereses?,<br />
¿tiene derecho, con ese proceder, a quejarse cuando los políticos no<br />
prevén ni planifican a medio y largo plazo?<br />
La segunda palabra para el pueblo y las asociaciones, especialmente las sindicales,<br />
que dicen encuadrarle. Mientras en Brasil la Wolkswagen pueda tener<br />
esclavos (véase la revista 4 Semanas de octubre de 1993), ¿para qué va a pagar<br />
en Barcelona salarios altos y socialmente protegidos? ¿No habrá que hacer de la<br />
necesidad virtud y luchar por estructurar la solidaridad mundial?<br />
La tercera palabra para el Club de Roma, representado en su fundador.<br />
¿Desde cuándo es un dogma que la aspiración deba ser vivir como un norteamericano<br />
medio? ¿Desde cuándo es un dogma que los dos mil millones de personas<br />
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