En vigilante espera - Acción Cultural Cristiana
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a también, le saca fuera de la misma y le coloca frente a ella. Nos referimos a su<br />
poder coactivo; es decir, a su derecho a emplear la fuerza, incluida la física, para<br />
obligar a las personas.<br />
A este respecto –y para no alargarnos–, dos puntualizaciones. <strong>En</strong> primer<br />
lugar, que, aún en esta su prerrogativa, el Estado debe ser eficazmente controlado<br />
por la sociedad civil. Y, en segundo lugar, recordar a los prepotentes defensores<br />
a ultranza de todo tipo de estatalismos que, de acuerdo en esto con el pensamiento<br />
clásico cristiano, esta específica prerrogativa estatal, es fruto del pecado,<br />
o, lo que es lo mismo, de la deficiente sociabilidad humana a que el egoísmo y el<br />
excesivo amor propio inducen al individuo. Si alguien se niega a ser sociable,<br />
habrá al menos que impedirle, aún por la fuerza, que destruya la sociabilidad<br />
ajena. El Estado, pues, nace, tal cual de hecho aparece, por defecto de los hombres,<br />
no por virtud humana. Si, por hipótesis –teoría también anarquista–, todos<br />
fuéramos por nosotros mismos virtuosos, sobraría el Estado. Consecuencia: a menor<br />
virtud, mayor Estado, y a mayor virtud, menor Estado.<br />
No es, por tanto, el gigantismo del Estado lo que puede dar estabilidad y eficacia<br />
a una sociedad –llámese nación, país, o como se quiera– sino un rico entramado<br />
de asociaciones e instituciones cercanas a las personas, y creadas por hombres<br />
y mujeres dotados de talante ético y moral. El gigantismo de la economía, de<br />
la política y de la mal llamada cultura de masas ya sabemos por experiencia a<br />
donde nos ha llevado. Naciones y continentes empobrecidos, innúmeras multitudes<br />
sin trabajo, marginadas y excluidas, guerras por todos los puntos cardinales<br />
del planeta, la naturaleza –nutricia raíz de todos– gravemente agredida.<br />
A la vista de cuanto antecede, dos tipos de compromisos se imponen al militante,<br />
y a cuantas personas de buena voluntad apuesten por el hombre.<br />
Por una parte, todos los derivados de la lucha contra el actual sistema de<br />
dominio universal para desmontarlo. Lo que exige poner de manifiesto los daños<br />
y perjuicios para la persona y para los pueblos que se derivan del mismo; denunciar<br />
los atropellos e injusticias de manera personal y asociada; colaborar con las<br />
víctimas para que se liberen de la opresión; evidenciar la banalidad y la crueldad<br />
de la cultura del consumismo, etc.<br />
Por otra parte, creación de un orden social e institucional nuevo, basado en<br />
asociaciones autogestionarias para los más variados fines, donde cuente siempre<br />
la persona; fomento del sentido ético, moral y religioso o trascendente del hombre;<br />
en una palabra: generar un tipo de vida, personal y asociado, que prescinda<br />
de los valores máximos del sistema –el poder y el dinero– y los cambie por el servicio<br />
y la comunión. Realizar lo cual no es un camino de rosas. Es preciso aceptar<br />
el riesgo de que la violencia de los poderosos se desate contra nosotros. Mas<br />
para eso estamos. De todas formas, David venció a Goliat, y Cristo resucitó, porque<br />
el Espíritu que alienta en toda vida humana nunca muere.<br />
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