SEIS ESTUDIOS DE PSICOLOGÍA Jean Piaget - Colegio de la Loza
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este pensamiento prolonga <strong>de</strong> hecho los mecanismos <strong>de</strong><br />
asimi<strong>la</strong>ción y <strong>la</strong> construcción <strong>de</strong> lo real característicos<br />
<strong>de</strong>l período preverbal.<br />
Para saber cómo piensa espontáneamente el niño<br />
no hay método más instructivo que el <strong>de</strong> inventariar y<br />
analizar <strong>la</strong>s preguntas que p<strong>la</strong>ntea, casi, en el mismo<br />
momento <strong>de</strong> empezar a hab<strong>la</strong>r. Entre estas preguntas <strong>la</strong>s<br />
primitivas tien<strong>de</strong>n simplemente a saber «dón<strong>de</strong>» se encuentran<br />
los objetos <strong>de</strong>seados y cómo se Uaman <strong>la</strong>s cosas<br />
conocidas: «¿Qué es eso?» Pero a partir <strong>de</strong> los tres<br />
años, y a menudo mucho antes, aparece una forma esencial<br />
<strong>de</strong> pregunta que se multiplica hacia los siete años:<br />
los famosos «por qué» <strong>de</strong> los pequeños, ante los que<br />
los adultos encuentran a veces difícilmente <strong>la</strong> respuesta.<br />
¿Cuál es su sentido general? La expresión «por qué» en<br />
el adulto pue<strong>de</strong> tener dos significados distintos: <strong>la</strong> finalidad<br />
(«¿por qué toma usted ese camino?») o <strong>la</strong> causa<br />
eficiente («¿por qué caen los cuerpos»?). Contrariamente,<br />
todo parece indicar que los «por qué» <strong>de</strong> <strong>la</strong> primera<br />
infancia presentan una significación indiferenciada, situada<br />
a medio camino entre <strong>la</strong> finalidad y <strong>la</strong> causa, pero<br />
que implican siempre ambos significados simultáneamente.<br />
«¿Por qué rueda?» pregunta, por ejemplo, un<br />
niño <strong>de</strong> seis años a <strong>la</strong> persona que se ocupa <strong>de</strong> él seña<strong>la</strong>ndo<br />
una canica que se dirige por <strong>la</strong> terraza ligeramente<br />
inclinada hacia <strong>la</strong> persona situada al final <strong>de</strong> <strong>la</strong> pendiente;<br />
se le respon<strong>de</strong> «Porque hay una pendiente», lo<br />
que constituye una respuesta únicamente causal, pero<br />
el niño, no satisfecho con esta explicación, p<strong>la</strong>ntea una<br />
segunda cuestión: «¿Sabe <strong>la</strong> canica que usted está allí?»<br />
Evi<strong>de</strong>ntemente no <strong>de</strong>be tomarse al pie <strong>de</strong> <strong>la</strong> letra esta<br />
reacción: el niño no atribuye, ciertamente, a <strong>la</strong> canica<br />
una conciencia humana, aun cuando exista, tal como<br />
veremos más a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, una especie <strong>de</strong> «animismo» infantil,<br />
pero que no pue<strong>de</strong> ser interpretado con un sentido<br />
burdamente antropomórfico. Sin embargo, <strong>la</strong> explicación<br />
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