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Los recursos de las familias urbanas de bajos ingresos para ... - Cepal

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chantaje que si teníamos un hijo, él <strong>de</strong>jaba el alcohol, pero yo no me animaba a invertir<br />

semejante capital en una cosa que a lo mejor no era verdad. El capital más gran<strong>de</strong> que<br />

pue<strong>de</strong> tener una mujer en su vida afectiva son los hijos. Yo no iba a darle vida a un niño<br />

<strong>para</strong> que <strong>de</strong>spués tuviera un papá que no cumpliera su principal promesa. A<strong>de</strong>más yo venía<br />

<strong>de</strong> una pareja con ese problema, mi papá también era alcohólico, y yo sabía que la<br />

promesa <strong>de</strong>l alcohólico en general no se cumple. Entonces, en octubre <strong>de</strong>l 75 me vine <strong>para</strong><br />

acá a vivir con mi papá..."<br />

"En el 80 formé pareja con el padre <strong>de</strong> mis dos hijos mayores, tenía 28 años. En el 79<br />

me habían operado <strong>de</strong> cáncer y el médico no quería que tuviera hijos, pero lo acordamos<br />

muy claramente con mi compañero. Le dije al médico que <strong>para</strong> vivir a medias no iba a vivir<br />

nada. Él me <strong>de</strong>cía que yo la vida me la quería tomar <strong>de</strong> un trago y que era una copa que<br />

había que tomarla <strong>de</strong> a poco. Pero cuando nació mi hijo totalmente sano, se colmaron todas<br />

mis expectativas. Después nació la nena, ese fue un embarazo inesperado, porque estaba<br />

amamantando al nene y no menstruaba. La relación con el padre <strong>de</strong> los nenes duró 8 años,<br />

pero luego tuvimos una gran pelea y nos se<strong>para</strong>mos. Él no trabajaba y pese a mis<br />

esfuerzos no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser un mantenido. Pero lo peor es que se puso violento y le pegaba a<br />

los nenes porque <strong>de</strong>cía que no lo <strong>de</strong>jaban dormir. Yo trabajaba en una fábrica y venía a <strong>las</strong><br />

10 <strong>de</strong> la noche apurada a hacer la comida. Entonces veo una vara gruesa contra la pared y<br />

le digo al nene, no entres basura que <strong>de</strong>spués la tengo que limpiar y me dice 'no fui yo, fue<br />

papá'. ¿Y <strong>para</strong> qué quiere ese palo? 'Para pegarme a mí', me respondió. Ahí tuvimos la<br />

primera gran pelea..."<br />

"Más a<strong>de</strong>lante, en <strong>las</strong> tareas políticas, conocí al que <strong>de</strong>spués fue mi segundo<br />

compañero; pintaba muy bien, tenía la misma i<strong>de</strong>ología que yo y daba por <strong>de</strong>scontado que<br />

pensaba igual que yo, que actuaría igual que yo. Le gustaban los niños, simpatizaban con él<br />

y me planteó que lo mejor sería un vínculo más cercano, compartir economías. Al tiempo<br />

me di cuenta que no compartíamos los mismos valores, me daba miedo <strong>de</strong>jarlo con mis<br />

hijos, pero entré en una relación extraña, como una especie <strong>de</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia."<br />

Alicia con gran esfuerzo y con ayuda <strong>de</strong> su padre, levantó una vivienda en un terreno<br />

ocupado <strong>para</strong> vivir allí con sus hijos y le fue haciendo mejoras; su padre tiene una pieza<br />

enfrente. El temor que le empieza a inspirar su compañero la lleva a ir por la noche con sus<br />

hijos a casa <strong>de</strong> su padre. Él aprovecha esta situación y cambia la cerradura y no le permite<br />

más la entrada. Se apropia <strong>de</strong> todas sus cosas, la vivienda que construyó con sus manos,<br />

su equipamiento, la máquina <strong>de</strong> coser que es su instrumento <strong>de</strong> trabajo. Ella vive con su<br />

padre y sus hijos en una pieza pequeña; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su ventana, observa su casa en la que<br />

nunca más pudo entrar. Ha intentado realizar gestiones legales <strong>para</strong> recuperar lo suyo, pero<br />

la vivienda está en un terreno ocupado y no es sencillo. Alicia sigue peleando y mantiene la<br />

esperanza; mientras tanto sigue trabajando y ayudando a sus hijos <strong>para</strong> que continúen los<br />

estudios y colaborando con la Comisión Vecinal <strong>para</strong> obtener mejoras <strong>para</strong> el barrio.<br />

Dora tiene 34 años y su principal preocupación es su hija <strong>de</strong> 13 años que se ha<br />

fugado reiteradas veces <strong>de</strong> su casa. "Des<strong>de</strong> que tenía 8 años ya me estaba enloqueciendo.<br />

Se quería escapar <strong>de</strong> la escuela, tenía problemas con todo el mundo, se peleaba con los<br />

<strong>de</strong>más chiquilines, se comía todo y le caía mal y había que salir con ella <strong>para</strong> el Hospital.<br />

Tuve que <strong>de</strong>jar <strong>las</strong> limpiezas y ponerme a lavar ropa <strong>para</strong> po<strong>de</strong>r tenerla cerca y vigilarla. La<br />

llevé al psicólogo y dijo que era completamente normal, aunque inquieta y caprichosa. En la<br />

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