Los recursos de las familias urbanas de bajos ingresos para ... - Cepal
Los recursos de las familias urbanas de bajos ingresos para ... - Cepal
Los recursos de las familias urbanas de bajos ingresos para ... - Cepal
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
nuevamente a Montevi<strong>de</strong>o, don<strong>de</strong> están viviendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace 7 años. "Me enteraba, vio,<br />
que se ganaba bien en tal lado y me largaba. Lo que pasa es que no somos personas que<br />
nacimos pobres y queremos morir en la pobreza, yo nací en un rancho <strong>de</strong> paja, y no quiero<br />
morir en un rancho <strong>de</strong> paja, ni que mi hijo viva en un rancho <strong>de</strong> paja. Queremos progresar,<br />
no es que queramos ser más que otro, sino buscar el bien <strong>de</strong> nuestros hijos y <strong>de</strong> nosotros<br />
mismos, <strong>de</strong> la mayoría"..."En los momentos difíciles, por ejemplo cuando una obra termina,<br />
siempre hicimos eso, trasladarnos; don<strong>de</strong> van <strong>las</strong> obras, vamos nosotros"..."Me gusta la<br />
i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> trabajar en varios países porque enriquece la sabiduría, todos los países tienen<br />
distintas maneras <strong>de</strong> trabajar el hierro <strong>para</strong> armar un edificio, por ejemplo, o utilizan distintos<br />
materiales, y uno apren<strong>de</strong>. Acá llega un arquitecto nuevo a una empresa y es muy lindo,<br />
porque el arquitecto apren<strong>de</strong> con usted, porque uno ya tiene otra experiencia." La familia se<br />
instaló en La Chacarita pero no se adaptó; la inseguridad que les generó el ambiente les<br />
creó mucha tensión y afectó la salud <strong>de</strong> la señora. Poco tiempo <strong>de</strong>spués se trasladaron a<br />
un barrio vecino.<br />
Ramón y Nélida se casaron cuando ella tenía 18 años y se fueron a vivir con los<br />
padres <strong>de</strong> Ramón que residían en Argentina, en San Nicolás. "El papá se fue primero<br />
-cuenta Nélida- y <strong>de</strong>spués toda la familia se fue... Mi madre me hablaba mucho y me <strong>de</strong>cía<br />
que era muy jovencita <strong>para</strong> irme. Yo tenía ganas <strong>de</strong> ir, <strong>para</strong> mí era una novedad, pero<br />
<strong>de</strong>spués que llegué a allá extrañé mucho, muchísimo, sobre todo a mi familia. Estuvimos<br />
cambiando <strong>de</strong> casa, primero vivimos en una casa alquilada con muebles y <strong>de</strong>spués en dos<br />
o tres más; se vencían los alquileres y nos mudábamos, e íbamos cambiando <strong>de</strong> barrio.<br />
Después compramos un terreno y entre mi esposo y mi suegro levantaron una casa. Era un<br />
barrio parecido al <strong>de</strong> acá, <strong>de</strong> a poco mejoró bastante, pusieron el alumbrado <strong>de</strong> la calle,<br />
cuando vinimos <strong>para</strong> acá ya había teléfono. De a poco la fuimos equipando, la hela<strong>de</strong>ra, la<br />
cocina. De pronto se empezó a hablar <strong>de</strong> que la planta principal en el lugar don<strong>de</strong> nosotros<br />
estábamos cerraba. La gente vendía y se iba a otra parte. Nosotros habíamos comprado<br />
allí, pero no teníamos los papeles. Cuando mi esposo quedó sin trabajo, volvimos <strong>para</strong> acá<br />
<strong>para</strong> probar; a los dos meses volvimos <strong>para</strong> allá y <strong>las</strong> cosas fueron veinte veces más <strong>para</strong><br />
abajo, se había puesto todo difícil, no había trabajo. A Buenos Aires no podíamos ir, ahí si<br />
no teníamos nada, no teníamos casa, no conocíamos a nadie. Entonces volvimos <strong>de</strong>l todo<br />
<strong>para</strong> acá. A mí lo único que me tiraba un poco <strong>para</strong> quedarme allá era que tenía mi casa,<br />
pero él me <strong>de</strong>cía, no te vas a comer tu casa. Yo pensaba, ¡qué injusticia!, porque tenía que<br />
<strong>de</strong>shacerme <strong>de</strong> la hela<strong>de</strong>ra nueva. Trajimos lo que pudimos, pero fue lo más chico, claro.<br />
En un carrito acoplado al auto, que hizo mi marido, pusimos sillones, sil<strong>las</strong>, roperitos; otras<br />
cosas ni <strong>las</strong> vendimos, se <strong>las</strong> regalamos a un vecino porque ni podíamos esperar <strong>para</strong><br />
ven<strong>de</strong>r. Nos daban dos pesos y nosotros necesitábamos más <strong>para</strong> comer, a<strong>de</strong>más todo el<br />
mundo me <strong>de</strong>cía me vendés tal cosa, pero yo no puedo pagártelo ahora. Lo que vendimos<br />
fue la hela<strong>de</strong>ra. La casa <strong>de</strong>moramos un año en rescatar algo <strong>de</strong> lo que habíamos puesto.<br />
Nos habían dicho que valía como U$S 25.000, al final nos dieron U$S 9.000, U$S 7.000 al<br />
contado y el resto U$S 100 por mes." Al volver a Montevi<strong>de</strong>o, su suegro les prestó dinero,<br />
con lo que pudieron comprar una pequeña construcción en un asentamiento. Se lo<br />
reintegraron cuando lograron cobrar por el traspaso <strong>de</strong> su vivienda anterior. "...Cuando<br />
recién llegué me costó mucho -expresa Nélida- porque cuando vi la casa en la que nos<br />
veníamos a vivir -ahora es un lujo al lado <strong>de</strong> como estaba en ese momento- me entró una<br />
tristeza, lloré una semana y no quería salir afuera. Me <strong>de</strong>cían que había chorros, y yo soy<br />
muy miedosa; fue un bajón tremendo, pero <strong>de</strong>spués me fui adaptando."<br />
73