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andres holguin antologia crítica de la poesia colombiana

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elleza <strong>de</strong>l campo, ha conocido <strong>la</strong> franca y abierta amistad y el amor; pero<br />

pronto surgió el fúnebre fantasma:<br />

"luego vino <strong>la</strong> sombra y me sembró<br />

sin darme cuenta <strong>la</strong> señal amarga".<br />

Este símbolo <strong>de</strong> <strong>la</strong> sombra-muerte es muy frecuente en <strong>la</strong> lírica <strong>de</strong> Cote<br />

Lamus. Aunque el poeta va cambiando <strong>de</strong> tono, a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> varios años y libros,<br />

el símbolo retorna siempre. Y resulta perturbador pensar cómo es aplicable a<br />

Eduardo Cote cuanto él dice <strong>de</strong> esa sombra. El también caminó hasta su sombra<br />

una noche cualquiera; también gastó sus días para ver su <strong>de</strong>stino frustrado;<br />

también, amigo Eduardo Cote Lamus, tienes ahora "<strong>la</strong> sombra muy oscura",<br />

como dijera él a Gaitán Durán.<br />

Esa sombra crece por <strong>de</strong>ntro, imp<strong>la</strong>cable: "Cada hombre lleva <strong>de</strong>ntro una<br />

muerte madura". Esa vivencia lleva a Cote a dar una nota muy típica suya. Si<br />

todo ello es así, parece <strong>de</strong>cirnos, si <strong>la</strong> muerte crece en nosotros, si <strong>la</strong> señal<br />

amarga está ahí por doquiera, todo es un sueño. Habitamos un mundo <strong>de</strong><br />

fantasmagorías. Nos paseamos entre sombras y somos sombras, sombras que se<br />

imaginan estar viviendo, o paseando entre fantasmas. El título <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> sus<br />

mejores libros, "Sueños", da testimonio <strong>de</strong> esa convicción. Porque los "sueños"<br />

no son allí lo que se anhe<strong>la</strong>, un i<strong>de</strong>al más o menos inalcanzable. No. Constituyen<br />

<strong>la</strong> esencia misma <strong>de</strong> nuestra existencia. La vida es nuevamente sueño:<br />

"Y todo es nada más que imaginarse..."<br />

Es como si todo fuera una quimera, una apariencia apenas soñada por el<br />

hombre. Pero esa sombra y ese mundo imaginado o soñado -entre Cal<strong>de</strong>rón y el<br />

i<strong>de</strong>alismo alemán - no son vistos con <strong>de</strong>sesperación. Hay, más bien, un a<strong>de</strong>mán<br />

enternecido, cierta conmiseración con todos los que así vivimos. Hay un tono <strong>de</strong><br />

confi<strong>de</strong>ncia, como diciendo con dulzura "esto es así", todo es un soñar, un<br />

imaginarse; y como advirtiendo, sin angustia, que ese es el <strong>de</strong>stino humano, el<br />

<strong>de</strong>l amigo, el <strong>de</strong>l otro, el <strong>de</strong> cada uno.<br />

Sin duda, estos dos poetas, Gaitán Durán y Cote Lamus, vivieron íntima y<br />

profundamente su proceso mortal. Las huel<strong>la</strong>s, hermosas y <strong>de</strong>so<strong>la</strong>das, <strong>de</strong> esa<br />

experiencia parale<strong>la</strong>, fueron sus poemas. Hoy, los hermana <strong>la</strong> muerte. Habitan <strong>la</strong><br />

misma patria común. Para los dos se ha extinguido "el verano" y han llegado "<strong>la</strong><br />

sombra" y <strong>la</strong> "señal amarga". Pero, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esa patria ciega, sus dos voces nos<br />

hab<strong>la</strong>n todavía, con <strong>la</strong> perdurabilidad <strong>de</strong> sus acentos poéticos muy puros.

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