La Otra Banda (1978)
La Otra Banda (1978)
La Otra Banda (1978)
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
-Y sí usted lo sabía; ¿Por qué no procedió contra él?<br />
-Cuando lo supe ya era demasiado tarde. Ya el, el Dr. Ely Losada y el<br />
Comandante Mora habían tomado la delantera.<br />
-¡Y nos tienen aquí a nosotros, presos!<br />
-¡Exactamente, esa es la historia!<br />
-¿Ud. nunca pensó que se hubiera podido controlar la situación?<br />
-<strong>La</strong> única manera de garantizar nuestra integridad era que tuviéramos armas,<br />
gente nos sobraba. En mi recorrido por <strong>La</strong> <strong>Otra</strong> <strong>Banda</strong> pude constatar que los únicos<br />
que no estaban con nosotros eran los latifundistas, los grandes latifundistas, porque<br />
hasta los pequeños y medianos ganaderos nos ofrecieron respaldo. Lo único que nos<br />
faltó fue armas.<br />
-Esa es otra lección, don Tino. Si usted no tiene el control de las armas, los que<br />
deciden si debe continuar en su labor, son otros.<br />
-Confiamos en que todos habíamos evolucionado y que no había peligro de golpe<br />
de Estado, que podíamos ser sustituidos, pero mediante el voto de los habitantes.<br />
El dialogo entre don Tino y Leonardo Hernández, hijo, se prolongó por tres días.<br />
<strong>La</strong> meditación sobre lo acontecido en <strong>La</strong> <strong>Otra</strong> <strong>Banda</strong> lo acompañó hasta la tumba. Una<br />
manifestación pacífica de los habitantes de San Francisco lo rescató de la cárcel. Con él<br />
logró también su libertad Leonardito, quien fue destituido del cargo de maestro, e<br />
intentaría posteriormente rescatar la finca de su padre y la libertad en <strong>La</strong> <strong>Otra</strong> <strong>Banda</strong>,<br />
levantando las banderas de don Tino.<br />
124