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La Otra Banda (1978)

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pagando sus pecados. Ni siquiera tuvo tiempo de confesarse, padre, lo mataron antes de<br />

llegar a la Iglesia. Hay mujeres violadas y campesinos despojados de sus tierras por<br />

culpa de Siriaco. No lo defienda, Padre, porque quien pierde es la Iglesia Católica.<br />

Aquí todos nos conocemos.<br />

El Padre Collazos reflejaba una gran contrariedad en su rostro que se tornaba<br />

pálido y experimentaba una terrible confusión espiritual. Creía en la condición de buen<br />

católico de Víctor Manuel, pero también creía en las bondades religiosas de los Siriaco.<br />

Estuvo a punto de tomar la decisión de abandonar <strong>La</strong> <strong>Otra</strong> <strong>Banda</strong> y comunicárselo a<br />

Arapé, pero reflexionó rápidamente y le expresó:<br />

-Yo creo en sus palabras, don Víctor. A Abrahán Siriaco yo no lo conocí, pero su<br />

familia es una gran familia católica y no es justo achacarle las culpas de uno de sus<br />

antepasados. Y hay algo más, cuando los disociadores atacan a la familia Siriaco, no lo<br />

están haciendo a ellos solos. Están atacando a toda la familia católica y a toda la<br />

propiedad privada, incluyéndolo a usted.<br />

-Yo no me siento amenazado, Padre.<br />

El sacerdote trataba de comprometer y ganar para su posición a Víctor Manuel,<br />

considerado la persona más influyente en el pueblo y en <strong>La</strong> <strong>Otra</strong> <strong>Banda</strong>, no por su<br />

actitud política, sino por su generosidad personal y sus juicios sencillos, pero muy<br />

ponderados y firmes que lo convertían en centro de la admiración y el respeto de sus<br />

coterráneos. El obstáculo que encontraba el padre Collazos no sólo era la presencia de<br />

Leonardito Hernández en las conversaciones con Víctor Manuel, sino la propia actitud<br />

de éste, ajena a todo fanatismo religioso, no obstante que el único libro que había leído<br />

en su vida era <strong>La</strong> Biblia.<br />

-Le voy a decir algo, don Víctor, para que lo comentemos esta noche después del<br />

rosario o mañana en el día. Con hombres como usted estamos perdidos. El comunismo<br />

se apoderará de nosotros. Ud. se lamentará por no haber contribuido a no ponerle freno<br />

a la descomposición social.<br />

El Párroco estaba de pie. Se despidió y caminó en dirección a la Iglesia. Cuando<br />

pasaba frente a la escuela, que dirigía Leonadito, oyó la voz de un coro de niños que<br />

cantaba.”Oligarcas, temblad. Viva la libertad”. Siguió caminando a lo largo de la calle<br />

principal, con la sotana abombada por el viento. Cuando pasaba frente a la Iglesia<br />

Protestante, una nube de polvo cubrió su rostro e inundó las paredes de la Iglesia.<br />

Siguió avanzando y pensó que Dios le cubría el rostro y le tapaba los oídos para no oír<br />

las voces de la herejía. ¿Por qué habrá varias iglesias? Se planteaba. <strong>La</strong> escuela debería<br />

estar en manos de la Iglesia Católica para garantizar la fe en Cristo y para que a los<br />

muchachos no los desvíen hombres como Leonardito. Se acercaba a la Iglesia y dos<br />

viejitas se le unieron para rezar el Rosario. Antes de entrar, volvió a oír: “Oligarcas,<br />

temblad. Viva la libertad”. Estaba tan lejos de la escuela, que creyó que un espíritu del<br />

mal le perseguía. Se persignó y entró a la Iglesia. Después del Rosario regresó a <strong>La</strong><br />

Casa Grande. Al lado de Víctor Manuel, estaba Leonardito gesticulando con los brazos<br />

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