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La Otra Banda (1978)

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-Yo soy Leonardo Hernández, hijo., dueño de la finca <strong>La</strong>s Vegas y con derechos<br />

legalmente adquiridos en esta posesión comunera llamada <strong>La</strong> Esperanza.<br />

-Pues agradézcanos que la estamos limpiando de invasores.<br />

-Esos campesinos también tienen sus derechos, ésta es una tierra comunera. Si los<br />

sacan es por órdenes de los hermanos Siriaco, no por la mía.<br />

-Yo cumplo órdenes superiores, señor Hernández –dijo bajando notoriamente la<br />

voz el Sargento Peroza.<br />

-Yo comprendo, Sargento, sólo quiero que le agregue mis palabras a su informe.<br />

Héctor Siriaco observaba desde una prudencial distancia, desde la cual no podía<br />

oír el diálogo entre el Sargento Peroza y Leonardo Hernández, hijo. Cuando el Sargento<br />

se le acercó le comentó:<br />

-Ese no es responsable directo, pero su padre apoyaba a los invasores.<br />

-Hernández sostiene que los campesinos son condueños de estas tierras que llama<br />

comuneras.<br />

-Olvídese, Sargento, de lo dicho por Hernández. Ese lo que quiere es revivir<br />

pleitos sin ningún derecho. Parte de las tierras que ocupa él también son nuestras.<br />

Deberíamos despojarlo de una vez.<br />

-Sin órdenes superiores yo no puedo actuar contra nadie.<br />

-Cuando vuelva, Sargento, traerá esas órdenes. Por ahora podemos dejarlo de ese<br />

tamaño.<br />

Dos días después de retirarse la comisión de la Guardia Nacional que comandaba<br />

el Sargento Peroza, Héctor Siriaco se reunió con sus hermanos y propuso romper los<br />

alambres que limitaban con <strong>La</strong>s Vegas y echar algún ganado en los potreros de<br />

Leonardo Hernández, hijo. Sus dos hermanos se opusieron a lo que consideraban una<br />

provocación cuyas consecuencias eran imprevisibles.<br />

-¿Le vamos a tener miedo a ese carajito, que además no tiene apoyo de nadie que<br />

valga algo?<br />

-No es miedo, Héctor, es que nos vamos a meter en un pleito sin necesidad.<br />

Tenemos cinco mil hectáreas por deforestar. Yo propongo transformar <strong>La</strong> Siriaquera en<br />

una finca moderna, mecanizada y ponerla a producir millones en pocos años.<br />

-Francisco Antonio tiene razón, Héctor. Nosotros heredamos una finca, pero nada<br />

nos obliga a heredar un pleito que puede traer graves consecuencias. Estamos en otra<br />

época. A eso que propone Francisco Antonio no se le puede llamar miedo, sino<br />

sensatez en los negocios. Vamos a aprovechar los créditos que están ofreciendo para<br />

fincas solventes económicamente y nos haremos millonarios.<br />

-Tú, Camilo, eres tan maricón como Francisco Antonio, un gran aprovechador y<br />

un gran cobarde. Nosotros estamos obligados a heredar hasta los pleitos de papá.<br />

-Mira, Héctor, tú eres el mayor, pero la época de mayorazgo también está<br />

pasando. Somos herederos de partes iguales. O nos ponemos de acuerdo para mejorar la<br />

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