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La Otra Banda (1978)

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parapetaron en un morro que les servia de trinchera. Se miraron a la cara, muy cerca el<br />

uno del otro.<br />

-Comenzó el final –dijo Leonardo.<br />

-Terminará pronto –contestó Georgina.<br />

Se acercaron. No había peligro inminente. Los disparos que ordenara el Teniente<br />

Pineda se oían todavía algo lejos. Leonardo y Georgina se sintieron tan cerca uno del<br />

otro, como cuando se conocieron, cuando se amaban. Se abrazaron un largo rato. No<br />

encontraron qué decirse. Se lo habían dicho todo. Se lo habían dado todo. Ahora era<br />

ridículo ofrecerse amor, fidelidad. Los disparos se oían más cerca. Una lágrima se<br />

desprendió por la mejilla izquierda de Georgina, Leonardo siguió su trayectoria. Fue a<br />

alojarse en el bolsillo superior de la chaqueta, a la altura del seno del mismo lado.<br />

Leonardo se la imaginó desnuda, con sus grandes senos erectos, en los más intensos<br />

momentos de sus grandes pasiones. Esta vez los disparos repercutieron al oído de<br />

Leonardo y de Georgina. Ésta se levantó y ocupó su puesto de combate.<br />

El tiroteo se prolongó por varias horas. Leonardo y Georgina agotaron los<br />

proyectiles de sus respectivas armas. Al lado tenían las armas de sus compañeros.<br />

Dispararon hasta que sólo les quedaban las armas cortas. Cuando el Teniente Pineda<br />

precisó que los disparos no eran de armas largas ni automáticas, tomó un megáfono de<br />

pilas y se adelantó para conminarlos a que se entregaran. El les garantizaba la vida, por<br />

lo menos mientras estuvieran en su poder. Un soldado observó que Georgina apuntaba<br />

con un revólver en dirección al lugar por donde avanzaba el Teniente Pineda. Accionó<br />

una granada de mano y la lanzó contra el morro. <strong>La</strong> granada estalló a la altura de la cara<br />

de Georgina, quien murió instantáneamente. Leonardo fue alcanzado por los<br />

fragmentos de la granada y herido gravemente. No pudo accionar más su arma. Perdió<br />

el conocimiento. Cuando el Teniente Pineda llegó hasta la trinchera que ocupaban se<br />

encontró con un cadáver totalmente destrozado y un moribundo tirado en el suelo.<br />

El cadáver de Georgina fue enterrado en el mismo sitio donde la encontró el<br />

Teniente Pineda. Leonardo Hernández fue transportado en una camilla hasta la<br />

enfermería del campamento provisional del batallón de cazadores. En la enfermería<br />

recibió una transfusión de sangre que lo reanimó. Cuando se recuperó observó que<br />

estaba hospitalizado. Creyó que estaba soñando, pero sintió dolores muy profundos<br />

producidos por los fragmentos de la granada que se le alojaron en todo el cuerpo y le<br />

destrozaron la pierna izquierda. El Coronel Parra se le acercó.<br />

-¡Déle gracias al Teniente Pineda, porque si lo agarra otros de mis compañeros no<br />

lo trae vivo!<br />

-¿Quién es el Teniente Pineda?<br />

-El güevón que lo trajo a usted hasta acá. Uno que cree que la ley hay que<br />

cumplirla aunque ustedes no la cumplan.<br />

-<strong>La</strong> lucha por la liberación nacional es un derecho y un deber de todos los<br />

hombres de los pueblos oprimidos.<br />

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