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La Otra Banda (1978)

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-Luisito es un pobre hombre, como tu dices, pero no te olvides que el es ahijado<br />

de mi papá. Cuando fue a mi casa estaba muy asustado y me dijo que lo hacía por su<br />

padrino. Yo estoy seguro que no miente. Y te lo informo para que lo sepas y propongas<br />

algunas medidas de las que tienes que descartar echarte una vaina como lo sugiere el<br />

Dr. Riera. Yo creo que la próxima gestión debes hacerla en Carora. Agota la vía legal.<br />

Si el Dr. Riera quiere que lo maten, ¿por qué no lo mata el?<br />

-Si tu crees en la palabra de Luisito, lo único que nos queda es ir a Carora.<br />

-Lo que te digo y recomiendo no es por miedo, Leonardo. Tú me conoces. Pero<br />

hay que ver si se puede evitar que tu tengas que matar a Siriaco, porque los más<br />

perjudicados lo que quieren es eso, que tú lo raspes. Si tú lo haces todos arreglan sus<br />

problemas, pero el que va para la cárcel eres tú.<br />

El reloj del sol del cuadrante que adornaba la plaza, marcaba las diez de la<br />

mañana cuando estaban arribando a San Francisco. A esa misma hora el Dr. Riera, los<br />

hermanos Oropeza y Jacinto Campos, se acercaban al caserío Aguas Coloradas.<br />

Conservaban la misma posición. Adelante marchaban Aquiles y el Dr. Riera; unos diez<br />

o veinte metros atrás Cornelio y Jacinto. Estos últimos casi no hablaron en todo el<br />

trayecto. Oían con indiferencia lo que conversaban sus otros dos compañeros de viaje.<br />

-Mira, Aquiles, ¿hasta cuándo nos vamos a dejar robar por Siriaco, como si<br />

fuéramos unos pobres diablos que no tienen quien los defienda ni saben defenderse con<br />

sus propias armas?<br />

-Lo que falta, Dr. Riera, es decidirnos, yo creo que cualquiera de nosotros arregla<br />

el problema. Es la última vez que me reúno para buscarle solución es esta vaina. Si a<br />

ustedes les da culillo, yo solo le voy a echar bolas.<br />

-El que va a acabar con ese fantasma, soy yo. Tú vas a ver, Aquiles. Yo estoy de<br />

acuerdo contigo, ¿Para qué más reuniones? ¿Para decirnos lo mismo? Vamos a<br />

plantearles a los demás que nosotros no asistimos a más reuniones ni vamos a hacer<br />

más reclamos legales. Si ellos están de acuerdo con nosotros firmamos un pacto: el que<br />

encuentre primero a Siriaco, se lo quita de encima, lo desaparece de esta vida a plomo<br />

limpio.<br />

-¡Trato hecho, Dr. Riera!<br />

Al llegar a <strong>La</strong> Casa Grande, el Dr. Riera le manifestó a Víctor Manuel:<br />

-Queremos que seas testigo de un pacto que vamos a acordar y si es necesario a<br />

firmar, aunque yo no soy partidario de que quede nada escrito. Se acabaron las<br />

reuniones y las denuncias en la Jefatura Civil, menos en los tribunales. Salvo que<br />

alguno se raje –y miró a Leonardo Hernández- nosotros en el camino decidimos<br />

reunirnos por última vez aquí para firmar un compromiso que consiste en que no<br />

haremos más reclamos legales y el primero que encuentre a Siriaco le vacía el revólver<br />

en el pecho.<br />

Víctor Manuel miró a Leonardo Hernández. Este miró al Dr. Riera, a Aquiles y a<br />

Cornelio Oropeza y a Jacinto Campos. Inmediatamente dijo:<br />

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