La Otra Banda (1978)

EN LA SIRIAQUERA se producía una movilización general. Los hijos de
Abrahán Siriaco veían amenazada su herencia, ya eran varios los campesinos que
dirigidos por Juan Vásquez ocupaban una franja de terreno de unas cien hectáreas entre
el piedemonte de una cordillera y el riachuelo El Cocuy, tierras supuestamente
propiedad de su padre. En la propia hacienda se reunieron los herederos, a la cabeza de
quien estaba Héctor Siríaco, convertido en un energúmeno.
-Si no desocupan inmediatamente, les echamos el ganado y después les echamos
plomo.
-Primero hay que agotar los recursos legales, le respondió Francisco Antonio,
recién graduado de abogado.
Camilo observaba sin mucho interés, pero siempre de acuerdo con Francisco
Antonio.
-Veamos los documentos y después resolvemos. Le podemos vender al gobierno.
Con una palanca conseguimos buen precio. De eso te encargas tú, Francisco Antonio.
Este leyó en alta voz todos documentos que encontraron en una caja fuerte de la
hacienda. Después de una lectura minuciosa de todos los que tenían en sus manos, no
encontraron nada que se refiriera a los límites de La Sierra El Maguey y el riachuelo El
Cocuy.
-Tenemos que encontrar esos documentos. Pueden estar en Carora, en la casa de
la segunda esposa de papá, comentó Héctor Siríaco.
-Yo me encargo de eso -expresó Francisco Antonio.
-Si aparecen, mejor para nosotros. Pero si no aparecen también reclamamos la
desocupación de esas tierras que siempre las ocupó el ganado de mi papá -insistió
Héctor Siríaco.
-Yo propongo que hablemos primero con los invasores. Es posible que cuando
hay un abogado de por medio, decidan abandonar esas tierras, que al fin y al cabo no
son de ellos -dijo Camilo.
-Mandemos a llamar a Juan Vásquez, que es el que los dirige, aunque me han
informado que es Lino Coronel quien lo ha instigado, para que ocupen nuestra
hacienda. Si convencemos a Vásquez es posible que no tengamos mayores dificultades
con los otros campesinos -agregó Francisco Antonio, el doctor de los Siriaco.
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