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La Otra Banda (1978)

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-Don Abrahán no está aquí, tuvo que ir personalmente a San Francisco a recibir el<br />

dinero que le pagaría el Comandante Sayago. Les dejó dicho que allá los espera para<br />

pagarles.<br />

Los tres campesinos, hombres muy jóvenes, habían coincidido en solicitar algún<br />

adelanto de dinero, tenían pensado ir a San Francisco a hacer algunas compras mínimas<br />

para sus exigencias matrimoniales. Genaro, Aquiles y Gerardo decidieron llegar hasta<br />

San Francisco y resolver dos problemas: cobrar el alquiler de sus huertas y comprar las<br />

pocas cosas que necesitaban para sus futuras mujeres. Se despidieron de sus amistades<br />

y emprendieron viaje. En el trayecto no hablaban de algo distinto a sus proyectos, a sus<br />

mujeres, a su vida sencilla y humilde que terminaría unida a la mujer que cada uno<br />

quería. Los tres jóvenes campesinos entraron a San Francisco en sus respectivos burros.<br />

A lo largo de la calle los habitantes los vieron pasar sin despertar mayor curiosidad. Era<br />

muy común en el pueblo que campesinos llegaran de visita o de compra en sus burros.<br />

En el negocio de Víctor de Jesús Arapé preguntaron:<br />

-¿Dónde podemos encontrar a don Abrahán?<br />

Víctor Manuel les indicó la casa del Jefe Civil donde se hospedaba Abrahán<br />

Siriaco. Impulsado por la curiosidad, les preguntó:<br />

-¿Uds. trabajan en <strong>La</strong> Siriaquera?<br />

-No -contestó Genaro. -Venimos a cobrar el alquiler de nuestros potreros a don<br />

Abrahán. Él nos mandó a venir hasta San Francisco. Cuando regresemos le vamos a<br />

comprar a usted algunas cositas que necesitamos.<br />

-¡Apárteme esa hamaca! –le pidió Genaro pensando en su futura mujer. Se vio<br />

acostado con ella, se la llevaría a su regreso.<br />

-Lo que usted quiera -respondió Víctor Manuel.<br />

Genaro, Aquiles y Gerardo se dirigieron a la casa del Jefe Civil. Allí estaba<br />

Abrahán Siriaco quien les hizo pasar al interior de la misma.<br />

-Siéntense, mientras llamo al Comandante Sayago, que me tiene la plata guardada<br />

-les expresó y se dirigió a uno de los policías que generalmente le acompañaba en la<br />

casa.<br />

-Valentín, dígale a Sayago que aquí están los tres voluntarios.<br />

El policía salió inmediatamente. Los campesinos se miraron entre sí, pero no<br />

dijeron nada. A los pocos minutos llegaron el Jefe Civil y tres policías.<br />

-Estos son los tres voluntarios, que quieren ir al servicio militar -expresó Siriaco<br />

dirigiéndose al Comandante Sayago.<br />

-Nosotros lo que venimos, don Abrahán, es a...<br />

-No se vayan a echar para atrás -le interrumpió el Comandante Sayago a Genaro,<br />

que había tomado la palabra para hablar en nombre de los tres- porque se les agrava la<br />

situación.<br />

-Valentín, llévelos hasta la jefatura –ordenó Sayago.<br />

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