La Otra Banda (1978)

-¡ATÁJEME a ese hombre! -gritaba el comandante Yépez, Jefe Civil de San
Francisco, cuando perseguía a un recluta que había desatado las amarras de los mecates
que lo mantenían apersogado a unos quince muchachos campesinos que semanalmente
despachaba la autoridad municipal a solicitud del Coronel Montemorro, Jefe Civil de
Carora.
Un hombre sobre un burro, con dos maletas repletas de quincalla hacía su entrada
a San Francisco en momentos en que el recluta pretendía escaparse. Cuando Francisco
Rodríguez, el recluta, se acercaba al quincallero, a unos veinte metros, éste desenfundó
un revólver calibre 38 y apuntó hacia el muchacho que se disponía a huir, y le gritó:
-¡Párese o disparo!
Francisquito levantó los brazos y se entregó.
-¡Amárrenlo a una soga y denle cincuenta planazos, para que aprenda a ser
hombre y no le huya al servicio de la patria! -ordenó el comandante Yépez a dos
policías que le seguían en la persecución, al momento que se le acercaba al desconocido
que le acababa de prestar lo que sería el primer servicio a la primera autoridad del
Municipio.
-Mucho gusto y muchas gracias. Yo soy el comandante Camilo Yépez, Jefe Civil
del Municipio Montes de Oca, en cuya jurisdicción usted se encuentra. Me gustan los
hombres como usted que saben utilizar las armas. Si no tiene permiso para el porte de
armas, por parte del Coronel Matamorro, mi inmediato superior, dese por apermisado y
pase adelante. Lo espero en mi casa, la que está al frente, la más grande del pueblo y la
mejor atendida cuando hay visitas como la suya. Vamos a cenar.
-El gusto es mío, Comandante. Yo soy Abrahán Siriaco, traigo una quincallita
para vender en esta zona. Primera vez que vengo, recomendado por algunos
comerciantes de Carora. Ando buscando a Víctor de Jesús Arapé, de quien me han
dicho es él más rico comerciante y ganadero de San Francisco. Quiero venderle por lo
menos parte de la quincalla que traigo.
Camilo Yépez lo miró de soslayo y pensó que el forastero que acababa de
detener al potencial desertor, no lo tomaba muy en serio, y le dijo:
-¡Aquí él más rico soy yo! Si no fuera así no me hubieran nombrado Comandante
y Jefe Civil. Michús Arapé tiene el negocio en aquella esquina. Tiene que entenderse
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