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La Otra Banda (1978)

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UN SARGENTO, un distinguido y tres guardias nacionales llegaron a San<br />

Francisco en un vehículo militar. Tenían como misión requisar <strong>La</strong> Siriaquera y sus<br />

alrededores, porque según denuncia formulada por el Dr. Ely Lozada, por mandato de<br />

los hermanos Siriaco, ante el Destacamento de la Guardia Nacional, un grupo de<br />

campesinos estaba fuertemente armado y amenazaba la paz en el campo, en <strong>La</strong> <strong>Otra</strong><br />

<strong>Banda</strong>. <strong>La</strong> denuncia agregaba que los campesinos estaban al margen de la ley y que se<br />

decían comunistas dispuestos a imponer sus propias leyes. El Comandante Mora, Jefe<br />

del Destacamento de la Guardia Nacional, ordenó la investigación, pero recomendó a la<br />

comisión que revisara tanto la zona ocupada por los campesinos como el interior de la<br />

hacienda <strong>La</strong> Siriaquera.<br />

<strong>La</strong> Comisión se apertrechó en San Francisco y siguió su rumbo. Muy poca gente<br />

sabía el objetivo que cumplía.<br />

-Sargento, ¿Ud. cree que es verdad que esa gente está armada?<br />

-Yo no lo creo, pero hay que prepararse por si es cierto. <strong>La</strong> orden que tengo es<br />

desarmar a todo el que porte o tenga en su casa armas ilegalmente y traerlos presos.<br />

Pero tenemos que actuar con prudencia, la denuncia es de parte interesada. Vamos a<br />

investigar primero, Distinguido. No hay que precipitarse. No actúe hasta que yo se lo<br />

ordene.<br />

El Sargento Peroza era un hombre muy sencillo, pero a la vez muy rudo, casi<br />

primitivo, capaz de cumplir casi todas las órdenes posibles, desde darle respiración<br />

artificial a alguien que se está ahogando, para salvarle la vida, hasta mantenerlo<br />

sumergido para que se muera. Lo único que él respectaba era las ordenes superiores que<br />

recibía y las cumplía a cabalidad.<br />

-Oíste, Pata e’ Palo. No vayas a volver a meter la pata -le dijo el Distinguido a<br />

uno de los guardias que le habían entablillado dos veces la pierna, como consecuencia<br />

de su arrojo en las misiones que le tocaba cumplir. Para lograr la insignia de<br />

Distinguido se había propuesto ser el primero en actuar y había salido con la pierna<br />

rota dos veces.<br />

-Y tu, Cabezón, acuérdate que lo único que tienes de rico de Carora es la cabeza.<br />

-Al Pingüino no hay que decirle nada, mi Sargento, él no mete la pata sino la<br />

nariz -finalizó el Distinguido al referirse a sus subalternos.<br />

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