15.05.2013 Views

La Otra Banda (1978)

La Otra Banda (1978)

La Otra Banda (1978)

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ecoger por los lados de Altagracia. Y si quiere una fianza, creo que puedo<br />

conseguírsela.<br />

-Usted no necesita fiador ni yo necesito fianza para que nos entendamos. En<br />

verdad el trabajo del campo es para gente joven como Usted. Yo ya no me siento tan<br />

joven como para seguir bregando con ganado, con plaga, y ahora con Abrahán Siriaco,<br />

a quien no le tengo miedo, aunque usted piense otra cosa.<br />

Hernández calibró la firmeza de las palabras de Camacho. Pensó que el negocio<br />

no estaba como pan de horno, para consumirlo de inmediato. Víctor Manuel estaba<br />

equivocado. Juan Camacho no lucía acobardado. En su haber existían antecedentes que<br />

lo exoneraban de juicios apresurados sobre su hombría. Nadie podía rebajar su<br />

condición de respetabilidad en el manejo de toda clase de armas. No lo noto<br />

verdaderamente decaído, aun cuando comenzaba a ser víctima de una enfermedad<br />

desconocida atrapada en la región selvática.<br />

-Cuarenta mil pesos. Son mil hectáreas aproximadamente. Me da los treinta mil<br />

que tiene en efectivo y me firma un pagaré por diez mil, pagaderos en un plazo hasta de<br />

cinco años.<br />

-Cerrado el negocio, Camacho. <strong>La</strong>s Vegas son de Leonardo Hernández, son mías.<br />

El dinero me lo tiene guardado Víctor de Jesús Arapé. El mismo se lo entregará o se lo<br />

deja ganando intereses, usted resuelve. El pagaré lo firmamos mañana mismo. Trato<br />

hecho.<br />

Hernández regresó a <strong>La</strong> Casa Grande, donde todavía conversaban los viejos<br />

amigos de Arapé. Su rostro y sus movimientos revelaban satisfacción y decisión para<br />

conservar los valores humanos que le dieron vida y fama a los hombres de <strong>La</strong> <strong>Otra</strong><br />

<strong>Banda</strong>. Mientras algunos abandonaban el trabajo y la lucha por la subsistencia,<br />

compelidos por la edad, por la pobreza o por el afán de que sus hijos estudiaran, otros<br />

como él asumían cierto liderazgo.<br />

-Acabo de cerrar negocio con Juan Camacho. Mañana firmamos los documentos.<br />

Los treinta mil pesos que usted me tiene, don Víctor, son de Juan Camacho. Me hace el<br />

favor y se los pone a su disposición. Soy el dueño de <strong>La</strong>s Vegas.<br />

<strong>La</strong> noticia no animó a ninguno de los presentes. Ya no estaban para aventuras. El<br />

tiempo los había convertido en seres en retiro. Sólo Víctor Manuel le expresó:<br />

-Cuenta conmigo cuñao. Si necesitas algo del negocio, te llevas lo que quieras.<br />

<strong>La</strong> reunión se disolvió lentamente. Uno tras otro, los viejos pilares que al lado de<br />

Víctor de Jesús Arapé habían contribuido a fundar la primera estructura comercial y<br />

agropecuaria de <strong>La</strong> <strong>Otra</strong> <strong>Banda</strong>, se dirigían a sus respectivas viviendas. Caminaban en<br />

diferentes direcciones, como no queriendo encontrarse otra vez. Cuando Hernández y<br />

Víctor Manuel quedaron solos, este ultimo exclamó:<br />

-Nosotros dos, cuñao, no dejaremos que muera San Francisco.<br />

-De acuerdo, Víctor Manuel. Mañana, después que firme el documento de compra<br />

de <strong>La</strong>s Vegas, seguimos hablando.<br />

67

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!