¿Cómo traducir una escritura de compraventa - BIBLIOTECA ...

La inclusión de estos fragmentos, extraídos todos de escrituras reales redactadas
por escribanos mendocinos, no solo prueba que los textos sí son objetables, sino que,
como profesionales de la lengua, los traductores tenemos el deber de objetarlos.
Veamos otro ejemplo: “El inmueble motivo de la presente operación tiene
derecho de conexión para la instalación en el mismo de una piscina de natación”
(Escritura nº 214, 2005). Es curioso que, a pesar de que la escritura citada contiene un
negocio simple, el notario haya sentido la necesidad de explicitar a fondo a qué
inmueble se refiere, especialmente si tenemos en cuenta que no se ha hecho referencia a
ningún otro inmueble en ningún momento y que la cita ha sido extraída de la página
número 11. ¿Es posible acaso que aun en la página 11, el lector todavía tenga dudas
sobre cuál es el inmueble al que se está haciendo referencia?
Vale decir, una vez más, que si consideramos los ejemplos citados en forma
aislada puede que la intervención del traductor no parezca tan necesaria. Qué daño
puede haber en la inclusión aquí y allá de frases como “el mismo” o “motivo de la
presente”, pero es importante notar que todas las últimas citas provienen de una misma
escritura y la sumatoria de casos acaba por recrear textos demasiado extensos,
antinaturales y difíciles de seguir.
Luego Pelosi se refiere al principio de elegancia e insta a los notarios a redactar
escrituras armónicas donde “nada falte y nada sobre”. Dice:
“Cuando tenemos que pronunciar un discurso o escribir un artículo
procuramos que reúna las mejores cualidades literarias. ¿Por qué no existe
esta preocupación en cada una de nuestras escrituras, que son obras
nuestras, que llevan nuestras firmas y son como pedazos de nuestras
vidas?” (Pelosi: 27).
Este principio nos demuestra que las escrituras merecen una traducción correcta
y cuidada, no son formularios –o al menos no deberían serlo-, son la obra de alguien.
Asimismo, el principio de elegancia es válido también para el traductor, ya que nuestras
traducciones son obras nuestras, llevan nuestra firma y se llevan mucho de nuestro
tiempo y dedicación. ¡Cómo vamos a dejar, entonces, que nuestro nombre aparezca al
final de un texto confuso y mal escrito!
Uno de los principios más interesantes es el de no utilizar esquemas rígidos.
Pelosi llama la atención a los notarios que además de sobrevalorar el uso de estos
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