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José Luis Calvo Albero<br />
Irán, el Cáucaso y la seguridad del mar Caspio<br />
Esto ha tenido su reflejo en las elecciones parlamentarias de 2012, donde<br />
los antiguos partidarios de Ahmadineyad se han presentado muy divididos,<br />
algunos con posturas opuestas a las de su antiguo líder. El resultado ha<br />
sido una derrota de los partidos que todavía apoyan a Ahmadineyad a<br />
favor de un bloque conservador controlado en gran medida por el ayatolá<br />
Jamenei. Y parece que esta dinámica puede repetirse en las elecciones<br />
presidenciales de 2013.<br />
Este giro en la política del país puede resultar, como la política iraní en su<br />
conjunto, bastante engañoso. La alianza de conservadores que apoya a Alí<br />
Jamenei aparece como partidaria de una línea más dura, tanto exterior<br />
como interior, que la del presidente, a quien llegan a acusar de liberal. Pero<br />
el conservadurismo en la cúpula iraní no está reñido con el pragmatismo,<br />
y paradójicamente puede que la previsible sustitución de Ahmadineyad<br />
abra el camino hacia un retorno ordenado de los reformistas a la política<br />
nacional y a una actitud más dialogante en todo lo relacionado con el<br />
programa nuclear.<br />
Y es que la posibilidad de un ataque de Israel o EE. UU. contra Irán ha<br />
llegado a un punto extremadamente peligroso. Tanto que ha alarmado<br />
sobremanera al propio régimen, que además se ve ante un nuevo revés<br />
económico si en julio de 2012 se materializan las sanciones de la Unión<br />
Europea a las exportaciones de petróleo iraní. Puede que todo ello haya<br />
llevado al ayatolá Jamenei y a otros sectores de la cúpula religiosa a dar un<br />
golpe de timón a la política del país.<br />
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La derrota electoral de Ahmadineyad ha coincidido con el consentimiento<br />
iraní para reanudar conversaciones sobre su programa nuclear con<br />
la Unión Europea, con la publicación de informes de inteligencia<br />
norteamericanos que dudan de que Irán persiga realmente construir armas<br />
nucleares, y también con un discurso duro en las formas, pero apaciguador<br />
en el fondo, del presidente Obama. La dinámica de desescalada se ha<br />
confirmado en la reunión del presidente norteamericano con el primer<br />
ministro israelí Benjamín Netanyahu en marzo de 2012. Pendiente de las<br />
elecciones presidenciales, Obama trata de contener a un Israel cada vez<br />
más alarmado, y ha dado seguridades de que EE. UU. no permitiría un<br />
Irán nuclear, pero reiterando a la vez la idea de que todavía existe espacio<br />
para la negociación.<br />
El problema estratégico de un posible ataque a Irán se relaciona con la<br />
diferente percepción de la amenaza que tienen Israel y EE. UU. Para el<br />
primero se trata de un tema esencial para su seguridad nacional, e incluso<br />
para su propia supervivencia como estado, y el problema es que Irán está<br />
llegando a un punto de desarrollo de su programa nuclear que lo haría