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Francisco José Ruiz González<br />
La Rusia caucásica y la relación de la Federación con el Cáucaso Sur<br />
y económico, radicalización de la sociedad, etc., y sus consecuencias se han<br />
extendido irremisiblemente a las restantes repúblicas del Distrito Federal.<br />
El dilema que se plantea al Kremlin es el encontrar un adecuado balance,<br />
de acuerdo con el axioma de que no existe la seguridad sin desarrollo, pero<br />
tampoco existe el desarrollo sin seguridad. A grandes rasgos se puede afirmar<br />
que en la época de Putin la situación de seguridad era tan grave que no había<br />
lugar para plantearse la resolución de las causas profundas que favorecen<br />
la radicalización y el reclutamiento de los terroristas norcaucásicos. Con<br />
Medvedev, sin embargo, sí se han hecho tímidos esfuerzos por dar prioridad<br />
al desarrollo frente a las acciones puramente de seguridad dura, pero su<br />
éxito, de momento, es limitado, dado el permanente reto planteado por los<br />
radicales, pero también la postura intransigente de ciertos sectores de la<br />
administración rusa, que abogan simplemente por continuar la represión y<br />
liquidar a los guerrilleros con actuaciones de operaciones especiales.<br />
Esa dicotomía se ha puesto igualmente de manifiesto en la elección de los<br />
dirigentes locales al mando de las repúblicas autónomas del Cáucaso. En la<br />
etapa Putin se potenció a líderes personalistas y propensos a un uso excesivo<br />
de la fuerza, ante la necesidad de “regionalizar” el conflicto y aplastar a unas<br />
guerrillas que amenazaban la integridad territorial del Estado ruso. Esos<br />
líderes, como el checheno Ajmat Kadyrov y su hijo Ramzan, cumplieron<br />
su papel mientras continuaban las grandes operaciones antiterroristas,<br />
pero en la nueva etapa en la que se busca el desarrollo socioeconómico del<br />
Distrito Federal representan más un obstáculo que una ayuda, a diferencia<br />
de mandatarios mucho más moderados como el ingusetio Yevkurov o el<br />
daguestaní Magomedov.<br />
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Además de todo ello, la posición de la opinión pública jugará un importante<br />
papel en el futuro inmediato:<br />
• en el caso de los pobladores del Cáucaso Norte, la batalla por los<br />
corazones y las mentes se resolverá a favor del Kremlin si, hastiados<br />
por décadas de violencia, comienzan a percibir a los radicales<br />
como los culpables de sus problemas y a la Administración,<br />
en particular la local, como parte de la solución a los mismos;<br />
• en el caso de los rusos étnicos del resto de la Federación, si la<br />
tendencia a abandonar el Cáucaso a su suerte, enmarcada en el<br />
creciente fenómeno nacionalista que ha dado lugar a ataques a<br />
personas de otras etnias, crece hasta que Moscú decida largar<br />
amarras de ese Distrito Federal.<br />
Por lo que respecta a Georgia, sin lugar a dudas Rusia esperaba que la<br />
derrota militar de agosto de 2008 supusiera la caída de Mijail Saakashvili