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José Luis Calvo Albero<br />
Irán, el Cáucaso y la seguridad del mar Caspio<br />
capaz de sobrevivir a un ataque israelí. Por lo tanto, la decisión sobre el<br />
ataque debe tomarse en un breve plazo.<br />
Para EE. UU., sin embargo, la cuestión no es tan urgente, y se entremezcla<br />
con una compleja red de intereses en la zona, en los que Irán tiene un papel<br />
esencial. Además, para la potencia militar norteamericana el programa<br />
nuclear iraní no ha alcanzado todavía un desarrollo suficiente para hacerlo<br />
invulnerable. Y por tanto resulta lógico que se intente mantener la vía de<br />
la negociación y la presión diplomática.<br />
La cuestión está en si finalmente Israel se fiará de las seguridades dadas<br />
por su aliado norteamericano, o se lanzará a un ataque preventivo antes de<br />
que la amenaza se materialice aún más. En todo caso la duda se resolverá<br />
pronto. A Israel le queda poco tiempo para lanzar una acción decisiva<br />
utilizando exclusivamente sus recursos militares. Y si se decide por ello, el<br />
ataque se producirá en pocos meses.<br />
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Paradójicamente, un ataque israelí a corto plazo tendría efectos<br />
menos desestabilizadores que un ataque norteamericano a medio. Las<br />
posibilidades de Israel van poco más allá del lanzamiento de una serie<br />
de breves incursiones sobre las instalaciones claves del programa nuclear.<br />
Aunque la respuesta inicial iraní puede ser muy violenta, es muy probable<br />
que se diluya en breve plazo de tiempo. Y sobre todo dejaría a Estados<br />
Unidos fuera de la intervención directa. Sin embargo, si Washington<br />
decide finalmente atacar, no se limitará a incursiones puntuales, sino que<br />
lanzará toda una campaña aérea, que exigirá neutralizar la defensa aérea<br />
iraní y eliminar los medios navales y anti buque que amenazan el estrecho<br />
de Ormuz. Cuanto más se prolongue en el tiempo esta campaña, mayor<br />
grado de desestabilización regional se producirá.<br />
Esto puede llevar al presidente Obama a considerar el ataque israelí como<br />
un mal menor y levantar finalmente el veto, sobre todo si las conversaciones<br />
propuestas por Irán se revelan como una mera artimaña para ganar<br />
tiempo. En cualquier caso, es una decisión que Obama desearía no tener<br />
que tomar, y que el régimen de Teherán podría evitar con simples gestos de<br />
apaciguamiento como los ya realizados.<br />
El mayor problema puede estar en que, ante el creciente descontento interno,<br />
debido a la crisis económica agravada por las sanciones, el régimen realice<br />
una huída hacia adelante enrocándose en la intransigencia, y esperando<br />
que un ataque exterior consolide la unidad interna, como ya ocurrió en la<br />
guerra contra Iraq de 1980. Sería una triste decisión, impropia de los que<br />
se suponen herederos de una cultura milenaria, cuya supervivencia se ha<br />
basado siempre en la sutileza, la adaptabilidad y la negociación.