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Darío Valcárcel<br />
Introducción<br />
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INTRODUCCIÓN<br />
Para quienes nos interesamos por ese espacio que ocupa el Cáucaso, resulta<br />
que es una enorme garganta que une y separa el mundo eslavo meridional<br />
del antiguo Imperio otomano, del ruso, de Persia y del Mediterráneo. Zona<br />
fronteriza, confluencia difícil de religiones, campo de batalla entre distintos<br />
niveles de civilización. No solo musulmanes y cristianos: el mundo de la<br />
ortodoxia cristiana está presente desde los tiempos de Miguel I Cerulario,<br />
siglo xi. El Cáucaso, además de campo de batalla, es zona de comercio,<br />
tierra de paso. De oleoductos y gasoductos, pero también de caravanas<br />
procedentes de China, India, Persia, Indochina y los árabes del sur, desde<br />
La Meca hasta Marruecos y el Sáhara atlántico. Y por Oriente, no solo la<br />
ruta de la seda, sino otras rutas: especias, piedras preciosas, pólvora, armas.<br />
No puede mirarse el Cáucaso sin percibir la presencia del cíclope, Rusia,<br />
cuya sombra se proyecta sobre la región, influida política y culturalmente<br />
por el gigante euroasiático. El influjo de las grandes potencias en los<br />
territorios o mares de su alrededor es una constante en la historia. Ejercida<br />
de forma natural desde los primeros imperios, constituye una base de su<br />
geopolítica. La seguridad y la prosperidad de un país buscan garantizarse<br />
con la presencia, directa o indirecta, en las tierras y mares próximos, por<br />
donde discurre el comercio, o por donde puede llegar la invasión. Rusia<br />
no ha sido ajena a estos condicionantes, presentes ya en la creación del<br />
Rus de Kiev en el siglo x. Desarrollado en torno al año 900, a orillas<br />
del Dniéper, extendiéndose al norte de Ucrania, lo que hoy es Bielorrusia<br />
y el oeste de la federación de Rusia, entre Moscú y el Báltico. Nada de este<br />
reino en potencia llegaría a transformarse en algo parecido a un estado<br />
hasta las décadas finales del 1600. El mundo eslavo en creación no llegó<br />
a fraguar hasta entonces. Fue obra de enormes sacrificios y del esfuerzo<br />
de pueblos enteros: pero una figura, la de Pedro el Grande, es la que lo<br />
representó. Con un reinado de 43 años, Pedro I se distinguió sobre todo<br />
por la labor titánica que supuso la desecación de millares de hectáreas<br />
de terreno pantanoso sobre el que se levantó San Petersburgo, fundada<br />
en la raya misma de los siglos xvii y xviii. Pero su obra peor conocida y<br />
más relevante fue la alianza con Prusia, Dinamarca, Polonia, Sajonia<br />
y Hannover, frente a Carlos XII, rey de Suecia. Tampoco este enfrentamiento<br />
es materia de nuestro estudio, pero debe ser siquiera señalado. Pedro obligó<br />
a trasformar el vestido de los rusos, desde el Ural a la frontera polaca,<br />
forzándoles a adoptar una apariencia homologable con los occidentales.<br />
Naturalmente, su deseo no pudo cumplirse. Pero que un poder sagrado,<br />
el del zar, impusiera esos usos a sus súbditos fue un mensaje que todos,<br />
príncipes, burgueses y siervos, entendieron sin necesidad de repetición.<br />
Desde entonces, Rusia ha perseguido dos grandes objetivos, relacionados<br />
con su seguridad y prosperidad, en el Cáucaso y otras regiones de vecinas<br />
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