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Salud pública e identidad - Memorias Conferencia PES 2012

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46 Algunos elementos sobre el desarrollo de la salud pública en América Latina La salud y la vida 47<br />

allí, sino que era necesario tener conocimiento<br />

sobre cómo funciona el movimiento particular<br />

con aquel general que sustentan los partidos de<br />

izquierda que buscan el poder. Para escrudiñar<br />

nuestro ser nacional y cultural, comprender<br />

cómo nos adormecieron y rescatar las formas<br />

de resucitar, accionando sobre nuestras propias<br />

posibilidades.<br />

No era suficiente aquello. Debíamos comprender<br />

cómo podíamos desarrollar la ciencia en salud y<br />

cómo direccionarla para sacarla del marasmo en<br />

que se encontraba, pero no interpretando que la<br />

ciencia-en-sí produce la revolución, sino cuando<br />

tenemos el poder para manejarla. Entonces,<br />

teníamos que comprender cuáles son sus determinantes<br />

en nuestro contexto, cuáles ramas<br />

científicas debían ser fortalecidas a través de la<br />

movilización democrática y popular. Debíamos<br />

entender qué aspectos debían tener mayor prioridad<br />

y cómo atraer los recursos hacia dichos<br />

campos y sobre todo formar un personal científico<br />

profundamente politizado y comprometido.<br />

Pero esos investigadores no desarrollarían<br />

su conciencia sino trabajábamos sobre opciones<br />

más democráticas para encausar las investigaciones,<br />

lo cual nos enfrentaba en la disyuntiva<br />

de encontrar formas metodológicas que engarcen<br />

a los investigadores en un quehacer dialéctico<br />

que les permita comprender su objeto<br />

profundamente imbricado con la totalidad que<br />

lo atraviesa, que lo produce y, al mismo tiempo,<br />

factibiliza su necesaria articulación con el pueblo<br />

y que le permite observar y comprender su<br />

vida. Se trataba, entonces, de superar el empírico-análisis<br />

para buscar nuevas alternativas que<br />

debían focalizar nuestra atención en la dialéctica,<br />

que no había sido desarrollada en el campo<br />

específico de salud; debíamos desarrollarla. Debíamos<br />

rescatar a los clásicos, buscar a un Marx<br />

y Engels metodólogos, a un Lenin metodólogo,<br />

a un Hegel metodólogo, para aprender a ver la<br />

parcela específica de salud profundamente interrelacionada,<br />

no solamente para comprenderla<br />

sino para transformarla.<br />

Se nos presentaba el dilema de que no bastaba<br />

solo investigar y actuar, sino multiplicar ese esfuerzo<br />

para formar uno, diez, cien gentes que<br />

reprodujeran ese empeño, que lo ampliaran, que<br />

lo superaran, razón por la que teníamos que encontrar<br />

nuevas formas de docencia para transmitir<br />

los nuevos conocimientos, porque estábamos<br />

convencidos de que las formas anteriores<br />

de enseñanza terminarían anquilosando nuestras<br />

pretensiones. La docencia debía basarse en<br />

una interpretación distinta: debíamos enseñar<br />

aprendiendo de la realidad, debíamos constituir<br />

una práctica docente que al mismo tiempo fuera<br />

investigativa. Ese esfuerzo investigativo tenía<br />

que estar profundamente conectado en el quehacer<br />

práctico, con la elaboración de los instrumentos<br />

de transformación. Mas no podíamos<br />

caer en el pensamiento elitista de que sólo el<br />

investigador transformaría la realidad, sino que<br />

debía realizarse una interpretación correcta sobre<br />

su papel como intelectual orgánico, y, en esa<br />

medida, nos remitía a la necesidad de politizar<br />

el método.<br />

A finales de la década de los 70 estábamos munidos<br />

de los instrumentos básicos para retornar<br />

a la sociedad, para cuestionar a las instituciones<br />

del Estado, para comprender el papel que juega<br />

la cultura en la salud y en la demanda de servicios,<br />

en la posibilidad de inquirir sobre el movimiento<br />

social y la salud, a preguntar con algún<br />

nivel de solvencia sobre el papel del Estado en la<br />

salud, a figurarnos una respuesta inicial sobre la<br />

distribución de la salud en el espacio, a ubicar las<br />

diferencias sociales en salud, etc. etc.<br />

Mientras tanto el imperialismo avanzaba también<br />

en forma notoria en la consolidación de un<br />

marco interpretativo y metodológico en salud<br />

pública: la fenomenología había sido físicamente<br />

utilizada en el área de salud. Las investigaciones<br />

desarrolladas en los países capitalistas centrales<br />

habían permitido constituir una teoría lúcida en<br />

este campo. El movimiento se hacía ya presente<br />

con un cuño radical en América Latina a princi-<br />

pios de la década con los trabajos de Ilich sobre<br />

la Némesis médica y después adquiriría una connotación<br />

profundamente reaccionaria pero con<br />

una apariencia contestataria.<br />

Para la fenomenología no era necesaria la evolución<br />

social, aún más, era posible llegar a niveles<br />

de salud superiores reconquistando la estructuras<br />

mediadoras, lo cual significaba reconstruir<br />

la familia, rescatar la etnia, las instituciones<br />

culturales, la religión, los clubes barriales, etc.,<br />

dominados por las megaestructuras estatales<br />

capitalistas y desde ese nivel impulsar la salud<br />

de la población. El milagro radicaría en que en<br />

esas instituciones primarias el hombre constituye<br />

un ser y si aquellas se rompen, éste cae en la<br />

anomia, en la alienación y, por ende, en la enfermedad.<br />

Rescatándolas, sería posible reconstruir<br />

la acción social que es un producto de los actos<br />

individuales trascendentes y que, por lo tanto,<br />

no está supeditado a ninguna ley, sino tan solo<br />

a regularidades siempre cambiantes porque así<br />

somos los hombres. De un plumazo, la fenomenología<br />

niega la ciencia marxista sobre la sociedad<br />

y, por otro lado, excluye a la revolución como<br />

eje principal de la transformación y el logro de la<br />

salud. Según ellos, es mejor concentrarse en los<br />

aspectos posibles y más ligados con los cambios<br />

necesarios referidos a la vida del consumo individual<br />

humano, sin tocar los aspectos productivos,<br />

sin hablar sobre la alienación del hombre en<br />

el trabajo, porque seguramente eso está dado y<br />

no se debe ni siquiera mencionar.<br />

La teoría y método fenomenológicos cobran una<br />

inusitada fuerza en la salud pública latinoamericana<br />

y pasa a constituirse en un marco teórico<br />

alternativo fuerte que sustituye al estructural<br />

funcionalismo, al cual critica y se contrapone a<br />

la interpretación marxista-leninista y aún logra<br />

impregnar la nueva corriente científico social,<br />

que la izquierda la había bautizado como “medicina<br />

social” o “salud colectiva”.<br />

¿Qué es lo que ocurre en la formación de los salubristas?<br />

Pues, tanto las escuelas de salud pública<br />

tradicionales como los cursos de posgrado de<br />

medicina social, impulsan una apertura notoria<br />

hacia las ciencias sociales, las ciencias políticas y<br />

las ciencias filosóficas. Las dos corrientes necesitaban<br />

la corriente fenomenológica para encontrar<br />

una contrapartida al materialismo histórico<br />

y al materialismo dialéctico y también (y esto es<br />

fundamental) para encontrar una salida ante la<br />

crisis económica que actualmente vive el capitalismo.<br />

Es que era y es necesario apuntalar el papel<br />

de apoyo acumulador que cumple el Estado,<br />

desviando los gastos sociales hacia la inversión<br />

productiva en este momento de aguda crisis fiscal<br />

y encargando a la sociedad el cuidado de su<br />

propia salud y de su bienestar, era y es necesario<br />

abaratar los servicios. La medicina social, en<br />

cambio, requería y las requiere para sustentar su<br />

lucha, para describir en las enredadas madejas<br />

del capital los hilos de su destrucción.<br />

La lucha de las corrientes: década de los<br />

ochenta<br />

Considero que la lucha no solamente consiste<br />

en oponer al enemigo sino en minarlo, para mi<br />

modo de ver esto está ocurriendo en la medicina<br />

social o salud colectiva latinoamericana.<br />

La corriente fenomenológica logró constituirse,<br />

no solamente ha avanzado en el plano teórico,<br />

no solo tiene una sólida base interpretativa unilateral<br />

de la realidad social, sino que además ha<br />

desarrollado métodos de conocimiento y acción<br />

importantes que le permiten dar respuestas más<br />

rápidas y eficientes a la burguesía de lo que da el<br />

estructural-funcionalismo. Por otro lado, el largo<br />

período uterino que tuvo la medicina social y<br />

el abandono del trabajo estratégico de reflexión<br />

sobre la práctica utilitaria inmediata que se desarrolla<br />

desde el Estado, que debía haber cumplido<br />

la medicina social con miras a su supervivencia<br />

y avance, han apoyado el fortalecimiento de la<br />

primera, sumado esto a nuestra incapacidad de<br />

encontrar las formas docentes más adecuadas<br />

(a excepción de Brasil, México y posiblemente

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