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Salud pública e identidad - Memorias Conferencia PES 2012

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162 Integralidad y vida La salud y la vida 163<br />

Para poder entender este universo como eterno<br />

reinicio, la física ha debido:<br />

a) Crear una noción de evolución y aceptar la<br />

irreversibilidad de los procesos, esto es la<br />

quiebra entre el antes y el después, el aparecimiento<br />

de lo nuevo.<br />

b) Integrar la noción de acontecimiento, que no<br />

puede ser deducido de una ley determinista:<br />

lo que aconteció podía no haber acontecido<br />

y, por lo tanto, las posibilidades de que ningún<br />

saber puede reducir, remiten más bien<br />

a una propia normatividad de la materia en<br />

actividad.<br />

c) La noción de coherencia como realidad que<br />

ocurre en los procesos fuera de equilibro,<br />

que producen una autoorganización, esto es,<br />

originan nuevos comportamiento colectivos<br />

de partículas correlacionadas que generan<br />

transformaciones cualitativas (Granda.<br />

1995, 207).<br />

Ésta es la razón por la cual la física ha introducido<br />

conceptos tales como sensibilidad, inestabilidad,<br />

bifurcación. La sensibilidad une la definición<br />

del sistema a su actividad, la inestabilidad hace<br />

relación a la sensibilidad del sistema a sí mismo,<br />

a las fluctuaciones de su propia actividad,<br />

y la bifurcación describe al sistema cuando éste<br />

se torna inestable y puede evolucionar en la dirección<br />

de varios regímenes de funcionamiento.<br />

Prigogine y Stengers dicen “… en estos puntos<br />

(de bifurcación) un ‘mejor conocimiento’ no nos<br />

permitiría deducir lo que ocurriría y sustituir las<br />

probabilidades por las certezas… Hoy se conoce<br />

que un mismo sistema puede, en la medida en<br />

que se aumenta su desvío, atravesar múltiples<br />

zonas de inestabilidad, en las cuales su comportamiento<br />

se modificará de manera cualitativa<br />

y podrá adquirir un régimen caótico, en que su<br />

actividad puede ser definida como el inverso del<br />

desorden indiferente que reina en el equilibrio:<br />

ninguna estabilidad garantiza más la pertinencia<br />

de una descripción macroscópica, todos los<br />

posibles se actualizan, coexisten e interfieren, el<br />

sistema es al mismo tiempo todo lo que puede<br />

ser” (Prigogine y Stengers. 1992).<br />

En esta forma, la física quiebra su noción de<br />

ciencia modelo, siempre basada en las leyes invariantes<br />

y nunca cercanas a las variaciones, al<br />

cambio. El requerimiento de la invariabilidad,<br />

del equilibrio estaba siempre concebido, como<br />

habíamos dicho anteriormente, a la necesidad<br />

de mantener los sistemas sometidos a quien los<br />

manipula, pero hoy debe reconocer que fuera<br />

del equilibro esa definición debe ser abandonada<br />

para dar paso a nuevas nociones de inestabilidad,<br />

coherencia, sensibilidad y bifurcación.<br />

Lejos del equilibrio los procesos no pueden ser<br />

comprendidos dentro del esquema compensatorio<br />

causa-efecto, sino que éstos se articulan en<br />

arreglos singulares, sensibles a las circunstancias<br />

que les rodean, capaces de cambios cualitativos,<br />

abiertos a la bifurcación de sus trayectorias,<br />

originadores de lo nuevo. “Desde el origen,<br />

la física fue dilascerada por la oposición entre el<br />

tiempo y la eternidad: entre un tiempo irreversible<br />

de las descripciones fenomenológicas y la<br />

eternidad inteligible de las leyes que debían permitirnos<br />

interpretar esas descripciones fenomenológicas.<br />

Hoy, el devenir y la inteligibilidad<br />

ya no se oponen, pero la cuestión de la eternidad<br />

ni por eso abandonó la física… ella aparece bajo<br />

nueva luz, en la posibilidad de un eterno recomenzar,<br />

de una serie infinita de universos a traducir<br />

la eternidad incondicionada de esa flecha<br />

del tiempo que confiere a nuestra física su nueva<br />

coherencia… La idea de eternidad parece que<br />

impuso una confrontación trágica entre el hombre,<br />

cuya libertad impone y afirma el tiempo, y<br />

un mundo pasivo, dominable y transparente al<br />

conocimiento humano” (Prigogine y Stengers.<br />

Ibídem).<br />

Esa idea rompió el diálogo entre ciencias naturales<br />

y sociales, diálogo que al final del siglo XX parece<br />

haber reiniciado, ya que la ciencia, al igual<br />

que el arte y la filosofía, es experimentación<br />

creadora de cuestiones y de significaciones y, en<br />

ningún momento, está destinada a basarse en<br />

una racionalidad instrumental destinada a destruir<br />

lo que no puede comprender. Los físicos<br />

y los biólogos han comenzado a aceptar que la<br />

definición de su objeto no está dada de una vez<br />

por todas, sino que puede depender de la manera<br />

intrínseca del régimen de actividad de lo que<br />

estudian. Así también, los cientistas sociales, en<br />

su intento de conocer la sociedad, están obligados<br />

necesariamente a tomar en consideración la<br />

forma en que los seres humanos crean el sentido<br />

del mundo en que viven, tal como nos propone<br />

Beck al analizar la globalización. A pesar de que<br />

los hechos tienen grandes diferencias, se visualiza<br />

un germen de una nueva coherencia entre las<br />

aproximaciones científicas natural y social. Con<br />

lo cual se estaría planteando el requerimiento,<br />

como habíamos dicho anteriormente, de siempre<br />

comprender los fenómenos y no pasarlos<br />

por alto en nuestro intento de generar las ideas<br />

sobre integralidad.<br />

Integralidad: ¿cuál es su significado?<br />

Hemos resaltado algunos rasgos de lo que ocurre<br />

en las ciencias sociales, biológicas y físicas,<br />

con miras a utilizarlos en nuestra aproximación<br />

a una noción de integralidad:<br />

• El mundo en sus versiones social, biológica<br />

y física se caracteriza por una diversidad<br />

sin unidad dada, sin integralidad<br />

constituida, sino constantemente dándose<br />

o constituyéndose<br />

• Vivimos acontecimientos: lo que aconteció<br />

podía no haber acontecido, lo cual<br />

remite a la propia normatividad de la<br />

materia en actividad, a la capacidad de la<br />

vida para autoinventarse (autopoiesis) o<br />

a la dinámica de la acción social y su interacción<br />

con las estructuras. Es por esto<br />

que no vivimos en un universo sino en un<br />

multiverso (Maturana. 1997).<br />

• Al no existir una integralidad dada, ésta<br />

deviene en cuanto tal a través de la actividad<br />

relacionada de los actores: la “danza”<br />

de la que nos habla Capra, o las “redes<br />

autodependientes” del mismo autor, la<br />

“interacción” que nos refiere Maturana, el<br />

“poder del flujo” que nos hace referencia<br />

Castells (Castells. Op. cit.).<br />

• La integralidad en cuanto actividad de la<br />

materia o acción biológica o acción social<br />

que ocurre en la realidad se traducirá en<br />

creaciones biológico-culturales diversas<br />

por parte de los observadores humanos,<br />

ya que cada grupo humano privilegiará en<br />

su accionar ciertos aspectos de esa realidad<br />

para construir su propia integralidad<br />

• Las integralidades humanamente construidas<br />

son, entonces, integralidades<br />

siempre parciales, inciertas y cambiantes.<br />

Éstas podrán ganar mayor veracidad<br />

siempre y cuando el observador realice<br />

un acercamiento a la realidad de naturaleza<br />

contextualizada y la interprete en<br />

su complejidad, multidimensionalidad y<br />

globalidad, valiéndose además de los ojos<br />

de los demás. De esta manera, la construcción<br />

de la integralidad es un devenir<br />

práctico-teórico<br />

• La categoría integralidad es fundamental<br />

para intentar comprender cualquier proceso,<br />

fenómeno o parte; dicho en otras<br />

palabras, sin noción de integralidad es difícil<br />

conocer.<br />

• Si no se forja la categoría integralidad,<br />

ésta será sustituida por la noción seudo-

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