Salud pública e identidad - Memorias Conferencia PES 2012
Salud pública e identidad - Memorias Conferencia PES 2012
Salud pública e identidad - Memorias Conferencia PES 2012
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
164 Integralidad y vida La salud y la vida 165<br />
concreta globalismo o por una integralidad<br />
producto de la relación abstracta entre<br />
cosas.<br />
Integralidad y salud colectiva<br />
La coyuntura actual reclama de la salud colectiva<br />
un pensamiento sobre integralidad lo suficientemente<br />
amplio y comprometido para interpretar<br />
y explicar la situación actual de salud y de los<br />
servicios, apoyar el avance de las condiciones<br />
de vida y salud cada vez más deterioradas de las<br />
mayorías poblacionales, promover y fortalecer<br />
las expresiones individuales y colectivas progresistas<br />
que impulsen la salud y apoyen la construcción<br />
de un Estado democrático coherente<br />
con estas necesidades y derechos, el mismo que<br />
a su vez debe ser capaz de tejer redes de cooperación<br />
internacional en este campo.<br />
La salud pública que ha guiado nuestro pensamiento<br />
y acción en América Latina durante el<br />
siglo XX (Granda. 1999, 83-84) se ha basado en<br />
una propuesta de integralidad tradicional de la<br />
que hemos hablado, sustentada en un trípode<br />
constituido por:<br />
1. El presupuesto filosófico-teórico de la enfermedad<br />
y la muerte como punto de partida<br />
para la comprensión de la salud.<br />
2. El método positivista como base explicativa<br />
de la “verdad” sobre el riesgo.<br />
3. La aceptación del poder del Estado como<br />
fuerza privilegiada para calcular el riesgo y<br />
asegurar la prevención.<br />
El salubrista, entonces, se constituyó en un<br />
agente del Estado y de la ciencia, un interventor<br />
técnico-normativo, que a través de su accionar<br />
lograba efectivizar en las instituciones<br />
de atención médica y en la población el propio<br />
poder del Estado y ejecutar la “verdad” de la<br />
ideología científico-tecnológica positivista, con<br />
el fin de prevenir los riesgos de enfermar de la<br />
población a su cargo transformada en objeto, la<br />
misma que no solo recibía la intervención “civilizatoria”<br />
de la ciencia y la técnica sino que tenía,<br />
además, que aprender a olvidar su cultura<br />
particular siempre riesgosa por no responder al<br />
universalismo de la razón.<br />
El accionar del salubrista se fundamentaba, de<br />
esta manera, en una mítica idea sobre integralidad<br />
consistente en que la ciencia positiva, la<br />
técnica y el Estado solucionarán todos los problemas<br />
de salud. Es por esto que la salud pública<br />
fue bastante consistente durante el siglo anterior.<br />
Pero en este momento de globalización es<br />
necesario reconocer que el trípode sobre el que<br />
nos sustentamos y que nos permitió cosechar<br />
algunos éxitos en el control de enfermedades<br />
tropicales, la erradicación de la viruela y poliomielitis,<br />
el avance en la explicación de muchos<br />
trastornos crónico-degenerativos, etc., debe ser<br />
repensado. Parece que hemos llegado al convencimiento<br />
de que:<br />
a) no es posible lograr la salud únicamente por<br />
el descuento de enfermedad;<br />
b) la aproximación positivista que excluye al<br />
sujeto como generador de su propio conocimiento<br />
y de la acción también ha sido grandemente<br />
criticada; y<br />
c) el Estado, supuesto “mago y exorcista sobre<br />
el riesgo y la enfermedad públicos”, ha debilitado<br />
grandemente su autonomía y soberanía,<br />
transformándose en intermediador de<br />
intereses distintos y, por lo general, contrapuestos.<br />
Expliquemos estos hechos con un poco más de<br />
detenimiento: el Estado-nación, contenedor del<br />
quehacer en salud pública y principal impulsor<br />
de la misma, ha debilitado su autonomía y soberanía<br />
transformándose en un intermediario<br />
sin gran poder para definir y defender las políticas<br />
sociales en el campo de la salud colectiva. Al<br />
mismo tiempo nuevos poderes han aparecido<br />
representados por las <strong>identidad</strong>es defensivas<br />
y proyectivas, que defienden aspectos íntimamente<br />
ligados con su mundo de la vida y proyectan<br />
su accionar político hacia otros actores y<br />
ámbitos de la sociedad. En esa medida, desde la<br />
medicina social debemos comprender que nuestra<br />
potencialidad actual para apuntalar el fortalecimiento<br />
de la salud de las colectividades, el<br />
fortalecimiento de las instituciones debilitadas<br />
y el propio desarrollo de nuestra disciplina radica<br />
en la necesidad de transformarnos en intérpretes-mediadores<br />
de esas nuevas fuerzas que<br />
surgen en este momento de globalización.<br />
En esa medida debemos cambiar las formas de<br />
ver, interpretar y actuar:<br />
La mirada: la salud pública convencional miró<br />
a la población como objeto a ser intervenido por<br />
parte de la norma y la ciencia positiva, mientras<br />
que ahora requerimos mirar cómo los sujetos<br />
individuales y colectivos producen su salud en<br />
el diario vivir.<br />
La interpretación: es fundamental que comprendamos<br />
los lenguajes de la vida natural y en<br />
este campo tanto la ecología como la biología<br />
han avanzado notoriamente en la comprensión<br />
de la vida como autopoiesis, relación en redes<br />
autodependientes, sistemas complejos, etc.,<br />
avances que en alguna medida se integran a la<br />
medicina social y que nos brindarán nuevos elementos<br />
para una mejor comprensión el complejo<br />
mundo de la vida (Almeida. 1999).<br />
Pero, además, es fundamental que también cambiemos<br />
nuestras formas de interpretar la vida<br />
social. Al respecto, las ciencias sociales, como<br />
hemos dicho anteriormente, han avanzado notoriamente<br />
y plantean la necesidad de llevar a<br />
cabo una doble hermenéutica. Una primera hermenéutica<br />
directa con la población, con lo cual<br />
se defiende el carácter siempre calificado que<br />
detenta todo miembro poblacional para forjar<br />
sus propias verdades, eticidades, veracidades,<br />
prácticas y estrategias de organización de su<br />
poder, a través de todo lo cual genera metáforas<br />
propias sobre su salud y enfermedad. Pero,<br />
además, las nuevas ciencias sociales defienden<br />
la necesidad de una segunda hermenéutica, con<br />
miras a enriquecer, con el aporte de la ciencia<br />
y la técnica, las formas de vida cotidiana de los<br />
grupos sociales.<br />
La acción: al proceder en esta forma, lograríamos<br />
una mayor imbricación de la salud con la<br />
propia vida poblacional, pero al mismo tiempo<br />
nos vemos en la necesidad de desarrollar nuevos<br />
instrumentos filosóficos, teóricos, metodológicos<br />
y técnicos para llevar a cabo la tarea de<br />
interpretación y traducción de las necesidades<br />
poblacionales en acciones desarrolladas por<br />
la propia población, pero enriquecidas con los<br />
insumos de la ciencia y la técnica, en acciones<br />
llevadas por las instituciones existentes y de lucha<br />
solidaria por la defensa de la salud y por la<br />
protección de la vida de la naturaleza, de la sociedad<br />
y de sus instituciones. En este momento<br />
de globalismo es fundamental, entonces, para<br />
la medicina social impulsar la lucha por la salud<br />
sustentada en sólidos principios éticos, que<br />
deben estar dirigidos a defender la salud poblacional,<br />
la dinámica ecológica, las diversidades<br />
sustentadas por las distintas <strong>identidad</strong>es y sus<br />
instituciones.<br />
En esa medida, el trípode que constituyó la base<br />
de salud pública tradicional deberá trasformarse<br />
para dar paso a uno diferente fundamentado<br />
en:<br />
1. Presupuesto filosófico-teórico de la salud y la<br />
vida, sin descuidar la prevención de la enfermedad.<br />
2. Un método que integra diversas metáforas<br />
y hace variadas hermenéuticas (incluida la<br />
científica positivista), pero con un importante<br />
peso de las metáforas del “poder de la<br />
vida”.<br />
3. Un accionar que integra diversos poderes y<br />
actores: el poder del individuo, de los públicos<br />
o movimientos sociales y poderes locales