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Salud pública e identidad - Memorias Conferencia PES 2012

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52 Escuela de salud pública: un espacio para la lucha en salud La salud y la vida 53<br />

lud que cada día se deterioran más, traicionando<br />

así el sueño de Eloy Alfaro, el pensamiento<br />

liberal progresista de inicios del presente siglo<br />

y el sueño de aquellos trabajadores de la salud<br />

que fundaron el Ministerio del ramo, con el fin<br />

de extender la acción protectora del Estado burgués,<br />

qué hacer con los salarios que disminuyen<br />

por debajo de los niveles alcanzados en la década<br />

anterior, con las jornadas de trabajo cada vez<br />

más extenuantes y prolongadas, con las pésimas<br />

condiciones de vivienda y la problemática situación<br />

del transporte, con la alienante educación y<br />

la destructiva comunicación social, con el marginamiento<br />

de las mayorías, y con el irrespeto de<br />

nuestra cultura nacional.<br />

La Escuela de <strong>Salud</strong> Pública no puede, por otro<br />

lado, dejar de reconocer y analizar los problemas<br />

y amenazas que se ciernen sobre las tres cuartas<br />

partes de la población conocida como tercer<br />

mundo o países explotados, con los cuales nos<br />

hermanamos en la miseria, en la lucha y en la<br />

irrenunciable construcción de la esperanza.<br />

Primero: el nuevo orden mundial, la transnacionalización,<br />

la distinta competición entre los<br />

grandes bloques, la aparición de un ejército<br />

norteamericano-cancerbero brutal y un Estado<br />

mundial impositivo, con la concomitante amenaza<br />

de una relegación más profunda y duradera<br />

de nosotros, los países dominados.<br />

Segundo: la nueva revolución tecnológica que<br />

abrirá inmensamente el futuro, pero que, si no<br />

podemos comprenderla y avanzar, propiciará<br />

una dominación más perversa.<br />

Tercero: las disparidades cada vez crecientes<br />

entre naciones ricas y pobres, entre clases dominantes<br />

y explotadas, entre países del hemisferio<br />

norte y del hemisferio sur.<br />

Cuarto: la Escuela de <strong>Salud</strong> Pública deberá<br />

considerar cómo países del norte, luego de haber<br />

agotado irresponsablemente la naturaleza,<br />

ahora pretenden que no utilicemos nuestros<br />

recursos para preservar limpio el aire para sus<br />

pulmones.<br />

Quinto: debe, además, comprender que ahora,<br />

cuando la Escuela intenta inaugurar su vida, los<br />

augures de la humanización se encuentran perseguidos<br />

y se nos quiere convencer de que los<br />

dioses se han llevado a Prometeo junto con su<br />

fuego. Se habla más bien del fin de la historia,<br />

del ocaso de la razón, de la imposibilidad de hacer<br />

este mundo más humano, del fracaso de la<br />

lucha por la libertad, de la negación de la solidaridad,<br />

del entierro de Marx, Lenin, Daquilema,<br />

Alfaro, Agustín Cueva, Espejo, Ricardo Paredes,<br />

de la imposibilidad de resucitar nuestros muertos<br />

para conquistar nuestra propia vida, de que<br />

no podemos ser nosotros a pesar de los quinientos<br />

años de resistencia, a pesar de tantos sueños<br />

de Bolívar, a pesar de tantas luchas y tantos<br />

muertos. Se plantea que ya no existe ninguna<br />

posibilidad de definir el sentido de nuestra vida,<br />

puesto que el significado general está dado como<br />

ley o naturaleza absoluta representada por la<br />

cultura del capital; que no es factible hablar otro<br />

idioma que el del mercado; que no se halla definida<br />

nuestra dependencia, que lo único que puede<br />

cambiar son las nuevas formas de lo mismo;<br />

que lo público no es bueno, que el Estado benefactor<br />

es una equivocación fabiana o un trasnochamiento<br />

keynesiano, que el propio Estado capitalista<br />

tradicional es demasiado benéfico para<br />

el pueblo y que debe ser sustituido por uno que<br />

permita mayor acumulación de la riqueza basada<br />

en la disminución de los gastos sociales que<br />

deben focalizarse para cubrir únicamente a ciertos<br />

grupos que más problemas pueden causar,<br />

destruyendo. Incluso la falsa igualdad y derecho<br />

ciudadanos; que la eficiencia de lo privado debe<br />

sustituir a la maquinaria lenta e inútil de los servicios<br />

colectivos para terminar sirviendo solo a<br />

los que sean competitivos, traicionando en esta<br />

forma los anhelos del pueblo organizado que<br />

apuntaló ayer con su lucha el nacimiento de esas<br />

instituciones públicas para que respondan a sus<br />

necesidades. Nos proponen que todo está dado,<br />

que hemos encontrado al Uno, al Absoluto, el<br />

Ser es el Capital y esta repugnante dependencia<br />

cada vez más sufrida y que la más grande confirmación<br />

constituye el viaje de Europa del Este en<br />

búsqueda del socialismo y su encuentro con el<br />

sagrado mercado.<br />

En esta noche de inauguración deberíamos estar<br />

tranquilos en nuestros ánimos porque la Escuela<br />

de <strong>Salud</strong> Pública ya no tiene que atravesar ese<br />

desfiladero de definición entre la lucha por el<br />

cambio o por la conservación del statu quo, desfiladero<br />

por el que atravesaron todas las generaciones<br />

anteriores con sus instituciones, porque<br />

intentaron convencernos que el presente y el futuro<br />

supuestamente están definidos, que como<br />

técnicos salubristas lo único que debemos hacer<br />

es encontrarnos con nosotros mismos, esto es<br />

con la tecnología importada que debe sustituir<br />

la filosofía que tanto mal y angustia nos causó;<br />

con esa tecnología que nos factibilizará ser<br />

eficientes, ser productivos, ser instrumentales,<br />

trasnformarnos en una pieza científica de esta<br />

inmensa maquinaria que requiere caminar en<br />

completa coherencia… donde nuestra obediencia<br />

es fundamental, ya que la obediencia debe,<br />

por supuesto, sustituir al pensamiento y accionar<br />

políticos.<br />

Pero lo anterior no nos convence, atravesamos<br />

el mismo desfiladero, nuestro pueblo está cada<br />

día más enfermo, sí, nuestro pueblo ecuatoriano<br />

y nuestro ochenta por ciento poblacional<br />

del mundo subdesarrollado y cada vez crecientes<br />

porcentajes del pueblo de los países desarrollados,<br />

nuestras instituciones se deterioran;<br />

nuestra naturaleza cada día es menos nuestra;<br />

nuestra cultura es más extraña y no nos reconocemos<br />

en ella. No podemos seguir fortaleciendo<br />

nuestro extrañamiento, no es posible buscar<br />

únicamente la tecnología para ratificar nuestro<br />

desencuentro. Estamos en el mismo desfiladero<br />

por el que transitó el pensamiento revolucionario<br />

del siglo XIX, esto es, la supervivencia de lo<br />

humano mismo, la construcción del socialismo.<br />

No podemos aceptar la falacia de que la tecnología<br />

producida y empaquetada en los países<br />

centrales constituye nuestra salvación, es fundamental<br />

encontrar una nueva filosofía que guíe<br />

nuestra práctica política democrática en el campo<br />

de la salud, es necesario desobedecer científicamente<br />

las órdenes del imperio. Para ello no<br />

es que debemos crear todo, sino que, en buena<br />

medida, debemos desempolvar viejos pensamientos<br />

de salubristas nacionales y extranjeros;<br />

tenemos que rescatar la sabiduría popular y las<br />

experiencias vividas por los pueblos, con el fin<br />

de construir nuevos epistemes y elaborar renovadas<br />

explicaciones que posibiliten acumular<br />

fuerza para dirigir nuestro empeño.<br />

En ese sentido, no es posible que la Escuela de<br />

<strong>Salud</strong> Pública pueda tener repercusión alguna, si<br />

no logramos, como colectivo de organizaciones<br />

populares, instituciones públicas de servicios,<br />

organizaciones no gubernamentales, instancias<br />

de formación de recursos humanos y demás<br />

gente preocupada por la salud de la población,<br />

generar un proyecto pluralista, liderado por sólidos<br />

principios y un indeclinable compromiso de<br />

transformación de las condiciones de salud de<br />

las mayorías.<br />

Para hacer aquello, consideramos que es conveniente:<br />

1. Reconocer el grave y constante deterioro de<br />

la salud de la población y los problemas expuestos<br />

anteriormente, porque de esta forma<br />

podremos confirmar la urgencia de unirnos<br />

para enfrentarlos.<br />

2. Analizar críticamente los postulados teóricos,<br />

metodológicos y técnicos dominantes<br />

en el pensamiento y la práctica de la salud<br />

pública. Es importante anotar que en los países<br />

centrales, donde por lo general se origina<br />

el pensamiento hegemónico en este campo,<br />

se reconoce su falta de coherencia y profunda<br />

crisis, sin embargo, en los países dependientes<br />

como el nuestro, en muchos momentos<br />

se defiende lo indefendible y se intenta vitalizar<br />

los postulados que han demostrado sus<br />

limitaciones. Parece que tenemos miedo de<br />

descubrir lo nuevo y sobre todo redescubrir<br />

lo nuestro. Este momento de crisis, “en que

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