PECADORES - Ediciones B

Brian levantó los tres dedos centrales de la mano derecha.
—No te pido la opinión, tonto del culo.
Eric se quedó perplejo. Luego añadió:
—Anda, déjame ayudarte.
Brian cerró el dedo anular y el índice, y dejó tieso el dedo corazón.
—¿Entiendes el lenguaje de los signos
—¡Ni idea! —Y le soltó un puñetazo en el hombro, otro en la nariz,
y otra vez en el brazo. Brian supo que notaría los impactos a la mañana
siguiente. Eric siempre pegaba en serio—. ¿Qué ¿Regresamos
Has hecho el ridículo delante de esa dama...
—Gracias por recordármelo.
Por suerte, pensó Brian, al día siguiente no iba a recordar nada de
nada.
—Anda, vamos ya.
—¿A qué vienen tantas prisas —preguntó Brian.
—¿Sueles tener muchas oportunidades de estar con una tía buena
con tanta clase como ella
—Ayer mismo, cuando me follé a tu madre, sin ir más lejos.
—Porque no tengo madre, cabrón. Porque esto hubiese podido ofenderme.
Brian arrugó la frente. No tenía ni idea de por qué había dicho eso.
Y estar tan borracho no era excusa suficiente.
—Disculpa, no era mi intención... — Se frotó enérgicamente la cara
con ambas manos—. Joder.
—Si no nos apresuramos, Sed estará ya montado sobre el culo de
esa señora.
Brian se echó un poco más de agua en la cara.
—Vale. ¿Y qué habría de nuevo en eso —Toda la banda sabía que
Sed se montaba en todo buen culo que se pusiera a su alcance.
—Es una injusticia. Sed se tira a todas las tías buenas. ¿Y nosotros
Las cosas eran así, y lo sabían. Nadie podía quejarse. De hecho,
a Brian le iría bien estar sin ninguna chica una temporadita.
—Nosotros también ligamos lo nuestro.
—Sí, pero Sed se lleva siempre a las mejores. Y hoy estamos hablando
de una Tía Buenorra de Primerísima Clase. Canela fina. Seguro
que en estos momentos ese cabrón ya la tiene tumbada de espaldas y
con los tobillos abrazándole el cuello. —Echó la cabeza atrás y trató
de hacer su mejor imitación de la cara que ponen las tías cuando les está
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