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—Tú primero, supersexy.<br />
Myrna entró en el recibidor con suelo de mármol que daba acceso<br />
a la suite, y se quedó impresionada por sus dimensiones gigantescas.<br />
—¿Eres tú, Brian —dijo Trey saliendo del cuarto de baño, sin camisa,<br />
con unos vaqueros negros de pata ancha, secándose el pelo con<br />
una toalla. Sin duda, lo mejor de Trey eran sus seductores ojos verdes,<br />
y por alguna razón el hecho de que se tapara uno de ellos con el flequillo<br />
le hacía todavía más sexy.<br />
—Vengo acompañado por una invitada —anunció Brian.<br />
—Oh, caramba, la bella dama —dijo Trey echando la toalla a un<br />
lado.<br />
—Hola Trey —saludó ella con timidez.<br />
—Parece que al final Brian consiguió encontrarte.<br />
—Lo mío me costó —comentó Brian.<br />
—¡Ey! ¿Es la voz del Cabronazo Suertudo la que estoy oyendo<br />
—dijo la voz de Eric, que salía de una habitación situada a la derecha—.<br />
Va el tío y se consigue un Chocho de Primerísima Clase, nos deja colgados<br />
a los demás y... —Calló de golpe al llegar al umbral de la puerta,<br />
clavando los ojos en el cabello despeinado de Myrna, el albornoz, los<br />
pies descalzos—. Mierda. Disculpa, Myrna. Creí que a estas alturas ya<br />
le habrías enviado a paseo.<br />
—Todavía no —contestó ella sonrojándose.<br />
—Entonces, nuestras apuestas... —dijo Eric.<br />
—Cerrad el pico, gilipollas —dijo Brian volviéndose a Trey—. ¿Se<br />
acordó alguno de vosotros de subir mi guitarra ayer noche<br />
—Está en el comedor —repuso Trey señalando hacia otra sala con<br />
el mentón.<br />
Brian fue hacia allí. Myrna le siguió, pero Eric se cruzó como un<br />
rayo en su camino. Ella lo miró a los ojos, que parecían estar atravesando<br />
el albornoz, la piel, la carne, hasta penetrar en el fondo de su alma.<br />
Myrna se estremeció y cruzó los brazos protegiendo su pecho.<br />
—Alto ahí, alto ahí —dijo él—. Tenemos que saber quién ganó la<br />
apuesta.<br />
—Yo he perdido —aseguró Trey—. Parece que encontró la habitación<br />
de Myrna. —Chupando una de sus piruletas, se adelantó a Myrna<br />
y Eric en busca de Brian—. Eh, ¿qué está pasando aquí ¿Para qué<br />
necesitas ahora la guitarra ¡No me digas que se te ha ocurrido un nuevo<br />
riff!<br />
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