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—¿Quieres que me meta ahí dentro<br />
Myrna acomodó los muslos, dispuesta incluso a aceptar que le metiera<br />
sólo los dedos. Cualquier cosa con tal de no seguir notando esa<br />
dolorosa sensación de vacío.<br />
Brian retiró los dedos, dejándola hirviendo de deseo.<br />
—Estás mojadísima, nena. ¿Tanto tiempo hace que no te follan de<br />
verdad<br />
Myrna pensó que tal vez jamás se la hubiesen follado de verdad.<br />
—Eres cruel —balbució.<br />
—Si fuese cruel, te habrías enterado hace rato. Suéltame el pelo y<br />
confía en mí, te haré gozar.<br />
Myrna le soltó el pelo, levantó la cabeza y lo miró a los ojos.<br />
—Lo siento.<br />
—No pidas disculpas. Mi polla me está llamando hijo de puta a<br />
cada instante, ahora mismo. Tiene el doble de ganas de estar dentro de<br />
ti, que tú de tenerla dentro.<br />
—Eso es imposible.<br />
Brian sonrió.<br />
—Pero se va a tener que esperar un momentito más. ¿Serás capaz<br />
de soportarlo<br />
—¿Un momentito solamente<br />
Brian asintió con la cabeza.<br />
—Puedo intentarlo. —Parte de la creciente excitación de Myrna se<br />
había ido apagando. Ahora deseaba no haberle detenido. Dejó que su<br />
cuerpo se relajara, y agarró la sábana con fuerza para impedir que sus<br />
dedos volvieran a cogerle del pelo.<br />
«No te desea, Myrna. ¿Cómo iba a desearte, si eres un auténtico<br />
putón»<br />
«Cállate, Jeremy.»<br />
Brian bajó la cabeza e introdujo la lengua por entre sus labios vaginales,<br />
la sacó para metérsela por el ano, y luego la subió otra vez para<br />
meterla en la vagina.<br />
—Nnnggnn —gruñó ella.<br />
Brian volvió a lamerle el clítoris, y ella alzó sin darse cuenta las<br />
caderas. Siguió lamiéndola y acariciándola con la lengua, y al mismo<br />
tiempo se abrió paso con los dedos hacia el interior de la vagina, sin<br />
entrar apenas, jugueteando sólo con los labios y excitándola tanto que<br />
ella sintió ganas de llorar. La mantuvo así, a un paso del orgasmo, un<br />
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