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PECADORES - Ediciones B

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—Así Brian, Dios mío, así...<br />

Las caderas de él se levantaban de la cama para chocar con los golpes<br />

de ella. Se mordió el labio inferior, estiró el cuello y echó hacia atrás<br />

la cabeza. Myrna veía todo aquello, no había contemplado nada tan sexy<br />

en toda su vida. La expresión de Brian era casi mejor que sentir las oleadas<br />

de placer que recorrían su propio cuerpo.<br />

—¡¡¡Joder, joder!!! —exclamó él a gritos, y la sujetó por las caderas<br />

para impedir que al bajar le imprimiera aquel movimiento giratorio—.<br />

Para, para... Un momento...<br />

Ella le golpeó con fuerza el pecho.<br />

—Conmigo no te retengas, maldita sea. Quiero que te corras.<br />

—No, no. Aún no. Aún no. Maldita sea. —Se la quitó de encima y<br />

la tiró de espaldas en medio de la cama—. Mierda, mierda, se me irá,<br />

voy a perderlo...<br />

¿Qué era lo que iba a írsele ¿Qué temía perder ¿Se refería a la erección<br />

No parecía posible. La tenía dura como el granito.<br />

Brian giró hasta ponerse encima de ella, y volvió a penetrarla. Myrna<br />

cerró los ojos. Arqueó la espalda contra él, frotando su vientre contra<br />

el de Brian. Los dedos de la mano izquierda de Brian daban golpecitos<br />

rítmicos en el hombro de ella. Esta vez las arremetidas eran<br />

diferentes, a un ritmo de tres por cuatro, le pareció a Myrna, y además<br />

le oyó canturrear algo en voz muy baja.<br />

—¿Qué haces ahora —preguntó ella.<br />

—Calla, calla, casi vuelvo a tenerlo otra vez.<br />

Myrna se quedó unos instantes mirándole, tratando de comprender<br />

en qué consistía aquel súbito cambio que Brian había experimentado.<br />

—¿Estás oyendo música en la cabeza<br />

—Calla, cariño, calla. Por favor.<br />

Myrna permaneció silenciosa. No entendía muy bien qué hacía<br />

Brian, pero sin duda era algo importante para él. Cerró los ojos y se<br />

centró en el ritmo perfecto de sus profundas arremetidas. Las frases de<br />

guitarra que Brian tarareaba a su oído eran extraordinarias. Sensuales.<br />

Más sensuales incluso de lo que normalmente ocurría con su música,<br />

que siempre era muy excitante. Era la primera vez que Myrna escuchaba<br />

algo así, pese a que era una verdadera coleccionista de los mejores<br />

riffs de guitarra de la historia del rock.<br />

Brian paró y le dijo:<br />

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